miércoles, 13 de octubre de 2010

Capitulo 23. Conociéndolo... ¡otra vez!

Perdón a todas por no subir. A Juli, a Sol, mil perdones.
El sábado y el domingo no subí porque era finde. El lunes porque era feriado y para el marte no tengo excusa, así que perdón.
Ojalá les guste el cap., besos, byee.
PD: Perdón por este trágico capitulo, es el resultado de estar enamorada de un chico que no te da ni la hora. Lamento mucho que ustedes tengan que sufrir mis problemas.
Capitulo 23
Conociéndolo… ¡otra vez!


De pronto me di cuenta de que Justin ya no sujetaba mi mano y que no estaba por allí cerca de mí. ¿Dónde te metiste, Just? ¡No me gustan nada estas bromas!, pensé algo preocupada, después, recordé que él no podía leerme la mente, aunque pareciera.
- Justin –dije-. ¡Justin! –grité al no obtener respuesta- ¡No hagas esto, Just, no me agrada, de verdad! –grité al borde de la desesperación-
De repente vi como se asomaba algo en la superficie. Nadé con todas las fuerzas que pude reunir hasta llegar allí. Tiré para arriba delicadamente y era un chico desmayado (o dormido, o… muerto). Los ojos se me llenaron de lagrimas al ver su cara así.
Las clases de guarda vidas que tomé a los 9 años con papá tal vez no fueron tan inútiles, pensé.
Lo cargué y lo llevé hasta la orilla, nadando a una velocidad impresionante.
Ni bien llegamos a la zona de arena (bastante lejos del mar), lo apoyé. A ver… el primer paso era… Pensá Elizabeth, pensá. Es que miralo, está muy mal. No puedo acordarme de eso ahora. Esforzate, es de… vida o muerte, pensé tragando saliva nerviosa, triste y desesperada.
Para empezar, corrí a buscar mi celular y llamar a una ambulancia.
Listo, ya está, venía en camino. ¿Y ahora?
Corrí otra vez hacia donde estaba Justin y se me escaparon otras cuantas lagrimas más. No podía verlo así, me hacía mal. Me acerqué a él y le besé la mejilla.
- Vas a estar bien –le susurré en el oído-
La verdad es que no pude evitar preguntarme si eso de la respiración boca a boca daba resultado.
Una sirena interrumpió mis pensamientos. Por fin se acercaba la ambulancia.
Los enfermeros lo subieron a una camilla sin hablar. Lo único que pregunté fue si podía acompañarlos. Me dijeron que sí y me subí a la parte trasera de la ambulancia, al lado de la camilla en la que habían acostado a Justin.
- No se preocupe, señorita. Él esta bien -sonrió uno de ellos que iba atrás con nosotros, el de los más grandes, treintañero o algo así-.
Intenté sonreír.
- Lo sé…
- ¿Es tu novio? -preguntó el más jóven. Supuse que tendría como unos diecisiete años-
- No, mi amigo. Pero… me preocupé.
- Sí, claro. ¿Cómo se llama? -preguntó otra vez el más grande-
- Justin -respondí-.
- Sí, eso lo sé, me lo dijo por teléfono. Estaba hablando de su nombre.
- Ah. Mi nombre es Elizabeth. Pero, decime Liz.
- Claro. Liz, lo que le pasa a Justin no es nada grave. ¿Cómo fue que pasó? -estaba hablando todo el tiempo el mayor, lo que me hacía sentir más incómoda, porque me miraba como si fuera su hija o algo por el estilo, en cambio, el más chico tenía pinta de estar allí obligado-
- Mmm… En realidad, no lo sé. Él me tenía agarrada de la mano y de repente se soltó.
- Ah. ¿Dijiste que… era tu novio? -preguntó extrañado el más jóven. Me sorprendió que él siempre preguntara lo mismo-
- No, no, solo mi amigo.
- Ah… -dijo-
El mayor se levantó y se fue para adelante, junto con el conductor.
- Jeydon -dije leyendo la placa que tenía enganchada en la remera el menor-. Lindo nombre.
- Gracias -dijo-. El tuyo igual.
- Gracias. Mmm… ¿tu trabajo es hablarle a las chicas preocupadas que se suben así dejan de pensar en la horrible situación que acaban de vivir?
- Algo así -rió-. Mi parte preferida de mi trabajo es distraer a las chicas lindas e inteligentes -me guiñó un ojo-. Pero, ahora en serio… él estará bien.
- Eso espero -miré a Justin tristemente-.
- Sé que no es el mejor momento, pero… ¿me pasas tu celular? Me gustaría seguir en contacto con vos.
- ¿Sí?
- Sí.
- Ok -respondí-. En ese caso no me dejas otra opción más que dártelo.
- Exacto.
Le di mi celular y él me dio el suyo. Casi no podía creer que un chico lindo coqueteaba conmigo. ¿Un chico… lindo? Sí, totalmente. El “lindo” le quedaba corto. Era… hermoso. Realmente hermoso.
El pelo lo tenía como Justin, tal vez un poco mas rubio que Just, y sus ojos verde azulados se lucían espléndidamente sobre su tez blanca. En los labios tenía un piercing de costado. Linda boca. Lindos rasgos, pensé sonriendo.
Reí al ver a ese chico lindo con pinta de rebelde vestido de blanco, metido en una ambulancia, con un espantoso olor a desinfectante.
De repente me di cuenta de que él también me estaba investigando.
- No te lo tomes a mal, pero… ¿Cómo terminaste trabajando acá? Es que…
- Sí, ya lo sé. Es raro que un chico como yo trabaje acá. La verdad es que me quiero ir a vivir a Nueva York y necesito dinero. Mi tío es médico y me consiguió este empleo con la condición de que no haga nada malo y no… hable con las chicas -me guiñó un ojo-.
Me sonrojé y sonreí.
- Entonces… ¿Por qué Nueva York? -pregunté-
- Mmm… no lo sé -dudó-. Siempre quise mudarme. No quiero morir sin haber conocido ningun otro lugar, digo, nací acá y desde entonces siempre viví aquí. Quiero ver nuevos lugares, nuevas culturas… y nuevas chicas. ¿Vos? Sos de acá, ¿no?
- Ehh… Sí.
- Este es un lugar con tan poca gracia -miró por la ventanilla y suspiró, demostrando su odio con respecto a ese lugar-. Me aburre ver esto una y otra vez. Nací acá. Me crié acá. Y voy a morir acá si todo sigue así.
- ¿Así que queres investigar, descubrir nuevas cosas? -pregunté-
- Sí, quiero conocer el mundo, ese es mi mayor sueño.
- También el mío -dije sincerándome de una vez por todas-.
- ¿En serio? -preguntó interesado- ¿Y por donde te gustaría empezar?
- Uhh… no sé… creo que por Italia, Roma. Es un lugar tan lindo, en realidad, nunca fui, solo por foto, pero lo que vi… hermoso. Además hasta el idioma es lindo. ¿Escuchaste el acento que tienen? Es precioso.
- ¿De verdad te gustaría empezar por Italia? -preguntó-
- Mmm… sí. Ya sé que es un lugar tal vez no muy emocionante, pero a mi me…
- Gusta -interrumpió-. Sí, a mi también. Te lo preguntaba para asegurarme. Italia era mi primer destino, pero me di cuenta de que está muy lejos para ir, así que tuve que conformarme con Nueva York. Pero Italia tiene algo especial que me atrae.
- Sí, te entiendo, ¿Cuál es tu color preferido? -pregunté como para cambiar de tema un poco-
- El rojo, ¿el tuyo?
- El mismo, rojo -respondí-.
- No puedo creer que tengo tanto en común con una persona, es de verdad increíble.
- Lo sé. Tampoco puedo creerlo.
- No te enojes por lo que estoy por decir, no es que sea machista ni nada de eso, pero otra cosa que me sorprende es que tenga tanto en común con una chica. En general, las chicas que conozco son materialistas, malas, hipócritas y, gran parte de ellas, bueno… necesitan una vida nueva. En serio, no tienen opiniones, ni comentarios para hacer nunca. Siempre dicen “¡sí, yo también!” o “sí, a mi también”. Ninguna piensa algo diferente a vos. Pero… vos sos diferente a ellas. Sos más rebelde… y eso me gusta -sonrió-.
No es la primera vez que me lo dicen, amigo, suspiré. Llegas tarde.
- Eso… bueno, me preocupa un poco. Sé que soy diferente al resto de las chicas y, en general, los chicos no me toman en serio, porque no les doy bola. Antes, cuando me juntaba con más gente (desde que se separaron mis papás, dejé de salir con mis amigos) los varones amigos míos me tenían mas como uno de los “pibes” que como una… chica… femenina y todas esas tonterías. Así que, si es que eso fue un cumplido: gracias -reí-.
- Fue un cumplido. No quiero que seas como ellas, son estúpidas, y vos tenes un cerebro.
- Sí, para mi también eso es bueno, pero que se yo, a la gran mayoría de los chicos de hoy les gustan huecas y hermosas.
- Eso también es cierto. La gran mayoría de los chicos y chicas de hoy son huecos y huecas, por suerte, hay, por lo menos, dos que no lo son.
- Cierto -reí-.
Cuando vi un hospital por mi ventanilla me inundó una ola de culpa. ¿Justin ahí tirado, grave, y yo coqueteando e intercambiando celulares con un chico? Eso era de las malas hipócritas de las que Jeydon había hablado antes.
Bueno, ya no había tiempo de retarme a mi misma. Lo hecho estaba hecho y punto.
Entramos al hospital y se llevaron a Justin a una sala, me quedé esperando en la sala de espera.
¡Cuánto tardan! ¿Justin estará bien? Espero que sí…, pensé.
Ya había pasado una hora exactamente y mi miedo aumentaba.
Salió un doctor.
- Buenas tardes -saludó-.
- Buenas tardes, Dr. -saludé y le di la mano-. ¿Cómo está él?
- Bien. De hecho, solo un poco mareado, nada más grave que eso. Se ahogó. Está algo congestionado, pero el resto bien. Ya puede recibir visitas y… como no hay nadie más…
- ¿Puedo pasar? -pregunté-
- Le voy a preguntar al muchacho si quiere verla. Mmm... ¿Su nombre?
- Elizabeth, dígale Liz.
- Bueno, ya le digo.
Entró y salió 5 minutos después.
- No quiere verla -dijo-.
- ¿Por qué?
- No lo sé, Señorita.
- Por favor, déjeme pasar. Le juro que no voy a hacer nada, él me conoce, soy su amiga. Por favor, déjeme pasar, por favor -pedí-.
Creo que le di pena.
- 5 minutos. No más -advirtió e hizo un además con la mano para que entré a la sala-.
- Claro -sonreí-.
Entré corriendo.
¿Justin no quería verme? ¿Habría sido por soltarle la mano? ¿Por qué estaba realmente mareado y no quería recibir visitas? ¿Por qué? ¿Por qué? ¡¿Por qué?!
Toqué la puerta.
- Pase, Dr. -dijo Justin-
- No soy el doctor -dije, empujando la puerta y quedándome parada a unos metros de la cama-.
- Le dije que no te deje pasar -dijo mirando para otro lado-.
- Ya lo sé… y especialmente por eso decidí venir. ¿Qué te hice? ¿Por qué tanto enojo de repente? -pregunté-
- ¡Es que es eso! ¡¿No te das cuenta?! No hiciste nada.
Lo miré extrañada.
- Pero yo… llamé a la ambulancia.
- Que ingenua -murmuró-. No te hagas la inocente, no estoy hablando de eso y lo sabes.
No, no lo sé, de hecho, no tengo ni la menor idea de lo que estas hablando, pensé algo molesta ya.
- ¿Y de que entonces? -pregunté-

Capitulo 24, adelanto.
- Justin… -murmuré con lagrimas en los ojos-
- No te preocupes. Como vos misma dijiste cuando me viste con Caitlin… no somos nada. Ni una pareja, ni nada. Así que… vos seguí con tu vida, que yo sigo con la mía, o por lo menos hacer un intento, ¿sí?
- ¡No! ¡Claro que no! No te voy a dejar desaparecer así de mi vida -dije mientras caía una lagrima-.

- ¿Llegamos? -pregunté-
- Casi -dijo él-.
Nos bajamos de la moto y me volvió a dar la mano, haciendo que en mi interior se revuelva todo.
- ¿Casi? ¿Por qué? ¿A dónde vamos?

3 comentarios:

  1. Se pega todo, vieron?
    Es insoportable, pero no se puede sacar, perdón.

    AVISO: En el adelanto, entre "lagrima" y "llegamos" debería haber un espacio, eso va separado.

    ResponderEliminar
  2. BUENÍSIMO! ESTA VEZ SÍ QUE ESTOY CON ANSIAS!!!! UNA PREGUNTA....
    ¿¡¿¡JULI?!?!
    LO ENCONTRÓ!?!?!?

    ResponderEliminar