martes, 19 de octubre de 2010

Capitulo 25. Soy... libre.

Claro que sienten cosas rápido, Sol. Son como yo ;)
Igual, no te preocupes, que la pobre de Lizzie está de confundida...
Les confieso algo, creo que yo soy Elizabeth, o por lo menos me gustaría ser como ella...
AVISO: El capitulo 26 se viene un poco zarpadito. A partir del 26 hay un par así. Igual, miren que le cambié un par de cosas para que no sea tan terriblemente zarpado, antes era mucho peor. Pero bueno... perdón si no les gusta eso.

Capitulo 25
Soy… libre.

- Eh… -dijo- Tal vez no te diste cuenta, pero está lloviendo y no quiero mojarme más de lo que estoy, así que…
- Sí, entremos -dije-.
Entramos a una especie de “cueva” que teníamos al lado.
- No es lindo, dulce, tierno o romántico, pero es lo que hay -dijo-.
- Para mi está perfecto -sonreí-.
La cueva era una… cueva. Pero sí, era mejor que nada. Mejor que empaparnos… más de lo que estábamos.
Nos sentamos en las rocas y lanzó un suspiro.
- Como ya te dije; no soy romántico. No voy a arrodillarme, no voy a aparecer en la mitad de la noche en tu balcón a decirte una poesía, y no pienso escribir cartas románticas. Pero… creo que no te dije nada bueno de mi; soy divertido, creativo, y una buena compañía, es fácil hablar conmigo, no engañaría a una chica por nada del mundo y no apreto si no me lo permiten.
- ¿El punto es…? -pregunté-
- El punto es que quiero que conozcas mis virtudes y defectos y después me digas si aceptas o no ser mi novia.
Me quedé dura, boquiabierta. Pero… ¿Por qué no? Soy libre… soltera. En realidad, Jeydon si me gustaba. Y estaba ahí sentado esperando mi respuesta, con su alma colgando de un hilo, de un hilo que yo tenía en la mano, mientras en la otra sostenía una tijera afilada… ¿Cuántas veces iba a ser así?
Miré a Jey de reojo otra vez, sus ojos brillaban a más no poder, le temblaban las manos, y se mordía el labio. Tal vez si era algo romántico. Pero otra cosa cierta es que… a mi me pasó lo mismo. Siempre nos creemos más duros hasta que aparece ese alguien y nos cambia radicalmente.
- Eh… sí, Jeydon, me encantaría.
- Yo… no soy poeta, eh…
- Ya sé.
- Ni romántico.
Asentí.
- Ni dulce.
Volví a asentir.
- Ni tierno.
- Sí, ya lo habías dicho.
- Entonces… ¿Sos mi novia?
- Claro, sí -respondí-.
Se acercó y me besó.
Pero… el beso no fue como con Justin.
No sentí las mariposas, las campanas. No sentí los nervios del primer beso, no.
Sentí otras cosas, sentí escalofríos, sentí libertad, sentí nervios, sí, pero… no del mismo tipo. Estos eran más nervios de hacer algo mal con un chico que, seguramente, tenía experiencia.
Aunque… temía más por él que por mi. ¿La razón? No estaba segura de que lo amaba (o por lo menos quería) de verdad. No sabía si en realidad había aceptado por lastima, por amor o... simplemente para olvidarme de Justin. Con el tiempo todo se aclararía… o por lo menos eso esperaba. Pero, ahora que lo pensaba, Jeydon no era nada feo, de hecho muy lindo, y algo me atraía, así que… ¿por qué no intentarlo?
- Eh…
- Si no queres, si te arrepentiste, puedo entenderlo, no te preocupes -dijo, intentando ocultar su tristeza y su decepción sin ningún éxito-.
- No -hice una pausa y sus ojos se fijaron en sus pies, pensando que lo había rechazado. Cuando noté que había malinterpretado mi respuesta, agregué-: Me refería a que no, sí quiero… Digo, no me arrepentí, para nada.
Levantó la cara rápidamente en un movimiento brusco, poco sutil.
- ¿En serio?- ¿Por qué te mentiría? -mostré una amplia sonrisa-
- No lo sé… -murmuró simplemente para decir algo y sonrió-
- Una cosa… ¿Cuántos años tenes? -pregunté con repentina curiosidad-
- Diecisiete, dieciocho dentro de cómo 5 meses -respondió-. ¿Por qué?
- Eh… Mmm… No… Eh… Para saber.
- ¿Vos cuantos años tenes? -preguntó como con desconfianza-
- No… No te quiero decir -me sonrojé-.
- ¡Dale! Que no te de vergüenza… ¿Qué pasa? ¿Sos más grande? ¿Más chica? -preguntó-
- ¿Parezco más grande? -pregunté entre sorprendida y molesta-
- No. Pero… ¿Cuántos años tenes?
- Dieciséis -murmuré en voz muy baja-.
- ¿Qué? -preguntó-
- Dieciséis -dije, ahora en un tono de voz audible-
- ¿Dieciséis? -preguntó con una expresión indescifrable, pero sonriendo, como si eso lo divirtiera-
- Dieciséis -afirmé-.
- Ah.
- ¿Te enojaste? ¿Me creías más grande? -pregunté preocupada-
- No, no -rió-. ¿Por qué me enojaría? No, seguís pareciéndome igual de hermosa -sonrió-.
Genial, yo tenía dieciséis y él estaba por cumplir dieciocho. Nos llevábamos dos años. Dos largos años.
Me sonrojé y decidí dar por terminado el tema de las edades para no seguir amargándome.
- Sinceramente… ya no sé qué preguntarte -dije y se me escapó una sonrisa, al ver que a él también se le había dibujado una en el rostro-.

Capitulo 26, adelanto.

Lo siguiente pasó muy rápido.
Él fue rápido. Se levantó, al igual que yo, y me agarró por la cintura, pegándome a él. Una adrenalina corrió por mi cuerpo, un fuego. ¿Adrenalina? ¿No era… deseo?

Imposible parecía la idea de detener esa apasionante sensación. Pero debía hacerlo. Él no parecía tener el control suficiente, pero… ¿y yo? ¿Podía despegarme de sus labios? Lo intenté… pero no pude.

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