martes, 26 de octubre de 2010

Capitulo 29. Se nos está yendo de las manos...

Como les dije ayer, mañana me voy de viaje y no voy a poder subir nada hasta el lunes. Perdón.
Besos, Pau.

Capitulo 29
Se nos está yendo de las manos…

- ¡No importa quien seas, no quiero ver a nadie ahora! -grité-
- ¿Ni siquiera a mi…? -preguntó él-
Descrucé los brazos y abrí los ojos mirando para todos lados.
- ¡Jeydon! -grité y me tiré sobre él, así que los dos caímos sobre mi cama-
- Hola -dijo riendo-.
- ¿No estas enojado?
- ¿Por qué lo estaría? Vos me advertiste…
- Cierto -acepté con una gran sonrisa-. Que te conste.
- Mmm… Liz… yo no tengo ningun problema con esto, ¿pero no te estoy ahogando?
- Sí, pero quedate ahí.
Rodó para un costado y se acostó a mi lado, dándome la mano.
- Creo que esto se nos está yendo de las manos. ¿O es que queres perder tu virginidad el mismo día que diste tu primer beso? -me quedé boquiabierta, pero hice un esfuerzo por hablar-
- ¿Cómo sabías lo del primer beso? -sí, lo de cambiar de tema nunca había sido mi especialidad, si no la suya-
- Vos me lo contaste, amor -dijo riendo-.
- Oh, me había olvidado.
- Pero respondé a mi pregunta.
- Jey…
- ¿Qué?
- No, no quiero. Pero lo que siento cuando estas cerca es muy… fuerte.
- Lo sé, siento lo mismo. No me controlo tan bien como pareces creer.
- Ahora son todos trolos y trolas, es increíble -comenté-.
- Tenes razón. Es deprimente. ¡No los entiendo!
Suspiró.
- Volviendo a lo del sentimiento fuerte…
- ¿Qué?
- Es… deseo -supe que no era una pregunta-.
- Eso creo. Nunca antes lo había sentido, pero aun así, intuyo que sí es deseo.
- ¿Nunca?
- Jamás. ¿Vos sí?
- Algo parecido, pero mucho menos fuerte. Lo que siento con vos es terrible, Liz, no puedo con esto. Te deseo, te deseo demasiado y eso no está bien. Ya siento como que estoy abusando de vos, de verdad -noté cierta nota de angustia (o algo parecido) en su voz-.
- ¿Abusando? -reí sin alegría- ¿Cómo que abusando? ¡Si el que me corre sos vos y la que se tira arriba tuyo soy yo!
- Sí, pero vos sos más chica, no sabes lo que haces.
- Lo sé perfectamente -contesté, haciéndome la ofendida, aunque la verdad, sí me había molestado un poco-. Y soy solo dos años más chica, así que callate.
- En ese caso…
No pudo terminar de hablar, porque me abalancé sobre él y le estampé un beso con todo lo que había estado guardando hasta entonces.
Después me separé rápidamente, antes de dejarme llevar por completo otra vez.
- Ok, lo admito, tal vez si sabes lo que haces después de todo.
- Pero… eso costó, así que mantengamos una cierta distancia -puso cara de angustia-.
- ¿Distancia? -preguntó en un gemido-
- ¿Cierta prudencia, entonces? ¿Así está mejor?
Él rió.
- ¿Qué? ¿Me vas a decir que a vos te gusta el estar distanciada de mi? Decime la verdad -pidió-.
- No, no me gusta -admití-.
Los dos reímos.
- ¿Vamos a tomar un helado, Sra. Prudencia? -preguntó-
- Vamos.
Nos pusimos a caminar rumbo a la heladería más cercana.
- Acá, esta es la plaza en la que está la heladería.
- Genial.
Caminamos hasta la heladería, que estaba solo media cuadra más allá.
- Cóntame algo que los chicos no sepan de las chicas -me pidió sonriendo-.
- Eh… no sé -reí-.
- Dale, algo.

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