martes, 26 de octubre de 2010

Capitulo 29. Se nos está yendo de las manos...

Como les dije ayer, mañana me voy de viaje y no voy a poder subir nada hasta el lunes. Perdón.
Besos, Pau.

Capitulo 29
Se nos está yendo de las manos…

- ¡No importa quien seas, no quiero ver a nadie ahora! -grité-
- ¿Ni siquiera a mi…? -preguntó él-
Descrucé los brazos y abrí los ojos mirando para todos lados.
- ¡Jeydon! -grité y me tiré sobre él, así que los dos caímos sobre mi cama-
- Hola -dijo riendo-.
- ¿No estas enojado?
- ¿Por qué lo estaría? Vos me advertiste…
- Cierto -acepté con una gran sonrisa-. Que te conste.
- Mmm… Liz… yo no tengo ningun problema con esto, ¿pero no te estoy ahogando?
- Sí, pero quedate ahí.
Rodó para un costado y se acostó a mi lado, dándome la mano.
- Creo que esto se nos está yendo de las manos. ¿O es que queres perder tu virginidad el mismo día que diste tu primer beso? -me quedé boquiabierta, pero hice un esfuerzo por hablar-
- ¿Cómo sabías lo del primer beso? -sí, lo de cambiar de tema nunca había sido mi especialidad, si no la suya-
- Vos me lo contaste, amor -dijo riendo-.
- Oh, me había olvidado.
- Pero respondé a mi pregunta.
- Jey…
- ¿Qué?
- No, no quiero. Pero lo que siento cuando estas cerca es muy… fuerte.
- Lo sé, siento lo mismo. No me controlo tan bien como pareces creer.
- Ahora son todos trolos y trolas, es increíble -comenté-.
- Tenes razón. Es deprimente. ¡No los entiendo!
Suspiró.
- Volviendo a lo del sentimiento fuerte…
- ¿Qué?
- Es… deseo -supe que no era una pregunta-.
- Eso creo. Nunca antes lo había sentido, pero aun así, intuyo que sí es deseo.
- ¿Nunca?
- Jamás. ¿Vos sí?
- Algo parecido, pero mucho menos fuerte. Lo que siento con vos es terrible, Liz, no puedo con esto. Te deseo, te deseo demasiado y eso no está bien. Ya siento como que estoy abusando de vos, de verdad -noté cierta nota de angustia (o algo parecido) en su voz-.
- ¿Abusando? -reí sin alegría- ¿Cómo que abusando? ¡Si el que me corre sos vos y la que se tira arriba tuyo soy yo!
- Sí, pero vos sos más chica, no sabes lo que haces.
- Lo sé perfectamente -contesté, haciéndome la ofendida, aunque la verdad, sí me había molestado un poco-. Y soy solo dos años más chica, así que callate.
- En ese caso…
No pudo terminar de hablar, porque me abalancé sobre él y le estampé un beso con todo lo que había estado guardando hasta entonces.
Después me separé rápidamente, antes de dejarme llevar por completo otra vez.
- Ok, lo admito, tal vez si sabes lo que haces después de todo.
- Pero… eso costó, así que mantengamos una cierta distancia -puso cara de angustia-.
- ¿Distancia? -preguntó en un gemido-
- ¿Cierta prudencia, entonces? ¿Así está mejor?
Él rió.
- ¿Qué? ¿Me vas a decir que a vos te gusta el estar distanciada de mi? Decime la verdad -pidió-.
- No, no me gusta -admití-.
Los dos reímos.
- ¿Vamos a tomar un helado, Sra. Prudencia? -preguntó-
- Vamos.
Nos pusimos a caminar rumbo a la heladería más cercana.
- Acá, esta es la plaza en la que está la heladería.
- Genial.
Caminamos hasta la heladería, que estaba solo media cuadra más allá.
- Cóntame algo que los chicos no sepan de las chicas -me pidió sonriendo-.
- Eh… no sé -reí-.
- Dale, algo.

lunes, 25 de octubre de 2010

Capitulo 28. Catástrofe.

Hola. Yo de nuevo... obviamente. ¿Quién sino? Bueno... espero que les guste el capitulo, anque sea un poco dramático. Ah, y chicas, les aviso que mañana sí voy a subir capitulo, pero ni el miércoles, ni el jueves, ni el viernes y tampoco el fin de semana voy a poder. Me voy de viaje, pero bueno. Les prometo que el lunes sí les escribo. Besos.
PD: Y perdón por el capitulo 29, que es bastante tonto,

Capitulo 28
Catástrofe.

- Quiero ir a tu casa.
- ¿Por qué de repente salís con eso? -pregunté algo asombrada-
- No sé. Pero quiero ir a tu casa -parecía firme, ¿tendría caso discutir?-.
- No. Con mis papás, no.
- Sí.
- No.
- ¡Sí! -insistió-
- Jey… -dije en tono lastimoso-
- ¿Qué?
- No vamos a ir a mi casa, mis papás van a arruinarlo todo, son unos… idiotas.
- Vamos, no me importa lo que tus papás o los míos digan.
- Está bien. Pero que conste que no estoy ni un poco de acuerdo con esto, eh.
- Consta.
Reí.
- No puedo estar enojada con vos, ¿no?
- No -sonrió y me besó-.
Nos levantamos y salimos de la cueva, que ya no parecía oscura, él la iluminaba. Que ya no parecía fea, él hacía que lo olvide. Que ya no estaba ruinosa, él la transformaba.
Caminamos a casa y cada paso que dimos, la idea de llevarlo para que conozca a los alcohólicos de mis papás (mientras los suyos seguro vestían traje y vestido largo y no tenían ni una multa o antescendente) me parecía una peor idea.
Pero cuando nos paramos al frente de la puerta, la idea ya no parecía mala, si no terrible. ¿Qué estarían haciendo ellos ahora? Peleando o tomando, seguro.
Saqué las llaves del bolsillo de mi pantalón (cruzando los dedos, sacando esperanza de no sé dónde) y abrí la puerta.
Gritos. ¿Cómo podría haber esperado otra cosa?
- Dejate de joder, mujer -gritaba mi papá-.
- Sos un tarado, no sé para qué me casé con vos, sos un vago, un inútil, un cómodo, no haces nada en todo el día, idiota.
Los ojos se me llenaron de lagrimas. ¿Por qué había aceptado llevarlo a él a casa?
En el mejor de los casos no nos escuchaban y podíamos subir a mi cuarto en paz… o algo parecido.
El me apretó la mano cuando no soporté las lágrimas y por mi mejilla resbaló una. Me la secó con una mano y a la otra me la apoyó en la otra mejilla.
- Todo va a estar bien, no te preocupes -me susurró-.
Entramos a casa y… se callaron. Los dos voltearon la cabeza y nos miraron fijamente. Sus ojos se pasearon por mi cara llena de lagrimas, nuestras manos unidas y la expresión de mi novio de desconcierto. Pero yo le había advertido.
- ¿Quién sos, nene? -le preguntó mi papá (que por supuesto estaba ebrio) a Jeydon de un modo lo suficientemente grosero como para que este le conteste con un insulto-
- El novio de su hija, señor -contestó con amabilidad-.
- ¿Y quien te crees que sos para hacerla llorar? ¿Sos tarado? -preguntó a los gritos-
- Yo no fui -y… claro que no-.
- ¿Y quien fue entonces?
- Eh… no sé.
- Bueno, ¿te digo algo? -preguntó de muy mal modo mi mamá- Mi hija no va a tener novio, porque son malos y las engañan a las mujeres, oh, pobres de nosotras.
- Callate, trola. ¡Mirá cómo te vestís!
Por primera vez, miré lo que usaba mi mamá. Sí, mi papá tenía razón. Mis ojos, ya secos, se volvieron a llenar de lagrimas.
- ¡Y vos un alcohólico! ¡Mirate!
Cuando quise arrastrar a Jeydon fuera de la habitación, volvieron a acordarse de que estábamos ahí.
- Desaparecé de mi vista, pibe -le gruñó mi papá-.
- ¡No, papá, no! Yo lo quiero mucho. Dejalo que se quede -enrosqué mis brazos alrededor de su cuello-.
- ¡No! Elizabeth, vení ya mismo para acá, alejate de él.
- No, papá. Yo lo quiero conmigo -dije llorando-.
- Dale, pibe. Salí de ahí. ¡No la toques!
Jeydon me soltó la mano, abrió la puerta y se fue.
- ¿Ves lo que hiciste? ¡Arruinaste todo! Yo lo quería, lo quería de verdad y lo echaste a perder -grité con toda mi fuerza y corrí escaleras arriba, mientras un torrente de lagrimas resbalaba por mi mejilla, ¿Qué caso tenía decirselo, si a la mañana siguiente no iba a recordarlo?-.
Cuando llegué arriba me tire en la cama y crucé los brazos sobre la cabeza, mientras las lagrimas me empapaban. De repente sentí un ruido.

Capitulo 29, adelanto.

- Es… deseo -supe que no era una pregunta-.
- Eso creo. Nunca antes lo había sentido, pero aun así, intuyo que sí es deseo.
- ¿Nunca?
- Jamás. ¿Vos sí?

- ¿Vamos a tomar un helado, Sra. Prudencia? -preguntó-
- Vamos.
Nos pusimos a caminar rumbo a la heladería más cercana.
- Acá, esta es la plaza en la que está la heladería.
- Genial.

viernes, 22 de octubre de 2010

Capitulo 27. Conversando.

Espero que les guste el capitulo, se lo dedico a Cami, que con esos mails que me manda me alegra el día. ¡¡Yo amo que ames mi novela!!

Capitulo 27
Conversando.
Un rato después, nos levantamos y emprendimos el camino de vuelta a casa.A vivir otra vez lo mismo… a vivir en ese mundo en el que el amor era… una mentira, en mi mundo el amor existía, pero en el de ellos… había existido, o eso creo.
- Y otra vez a casa… -suspiré-
- Sí, no te pongas triste -sonrió ampliamente-, mañana nos vemos.
Reí.
- No, no es eso. Bueno, sí, pero además, en casa es todo más… complicado.
- No entiendo, contame -pidió frunciendo el ceño-.
- No -sonreí sin felicidad-, no te quiero aburrir con mi estúpidos problemitas familiares.
- Si te preocupan no son estúpidos, amor.
- ¿No habías dicho que no eras ni un poco romántico? A mi ese apodo me resulta dulce y tierno -sonreí, pero no pude ni engañarlo ni distraerlo-.
- Dale, contame que es lo que pasa -insistió-.
- De verdad, no importa.
- Sí importa.
- Bueno… mis papás… no se llevan bien en absoluto. Es más, se odian, se detestan.
- ¿Tanto?
Asentí con la cabeza.
- Pelean todo el tiempo, nunca se termina. Es… insoportable. Creí que no existía el amor, que jamás me iba a enamorar, que todo era una mentira.
Me abrazó.
- Y ahora sé que no. Es todo verdad -le sonreí, pero no supe si lo decía por el o por…-.
- Sí, lo sé. Entiendo como te sientes.
- ¿Qué pasó? ¿Dije algo malo? Hace diez minutos estabas de lo mas bien y ahora estas… decaído.
- Es que… yo tampoco estoy del todo bien con mis papás.
- ¿No se llevan bien? -pregunté-
- Sí, entre ellos sí. Pero… no conmigo, ni con mis hermanos.
- ¿Cuántos hermanos tenes? -pregunté-
Sonrió.
- Dos, son mellizos. Pablo y Julia. Tienen 13 años, son lo mejor que tengo, bueno… una de las mejores cosas que tengo -me miró y su sonrisa se ensanchó-.
- Sí, mis hermanos también son mi alegría de vivir. Morena y Pedro. More de 12 y Pedro de 13. Aunque últimamente no estuve hablando mucho con ellos, en general, están para mi siempre y yo para ellos. Pero… ¿Por qué no te llevas bien con ellos, con tus papás?
- Ninguno de los tres, ni mis hermanos, ni yo. Y es más que nada… un tema económico. Siempre están viajando y no nos dan bola.
- ¿Y que es lo económico de eso?
- Eh… Creo que si no producimos dinero no importamos. O algo así. Ellos están todo el tiempo viajando, o trabajando, o comprando estupideces por completo innecesarias, o… bueno, eso nada más. Pero es insoportable. Nunca nos escuchan, no les importamos.
- No creo que sea así.
- Te aseguro que sí es así.
- Bueno… ¿Eso significa que sos… rico? -pregunté, diciendo la última palabra con algo de disgusto-
- Eh… creo que sí.
- ¿Creo…?
- No me gusta describirme con “esa” palabra. A ellos les encanta, a mis papás. Pero… si con rico estas hablando de tener mucho dinero, un buen auto, una casa grande… sí, soy “rico” -frunció el ceño tanto que pensé que se le iba a quedar así por siempre-. No me digas así, por favor, me da náuseas.
Exploté en una carcajada.
- ¿Náuseas?
- ¡Sí!
- ¿Por qué? -pregunté entre risas-
- No sé… me hace sentir… ¿cheto? -llenó la boca de aire y se puso un dedo en los labios, como si estuviera por vomitar-.
Ambos nos reímos.
- Te quiero -dije, y me salió del alma. Sí, lo quería, y mucho. No eran solo mentiras, sí lo quería, me alegró verdaderamente mucho darme cuenta de eso, no me quería dañar a mi, y mucho menos a él-.
- Yo más -susurró-.
Ok, no podía discutir contra eso.
- ¿Cómo se llaman tus amigos? -pregunté, solo por decir algo-
- ¿Mis amigos? -rió- Ya no se te ocurre de qué más hablar, ¿no?
- Sí, cierto. Pero, me interesa, de verdad quiero saber -sonreí-.
- Bueno, mi mejor amigo se llama Jack.
- ¿Cómo es?
- No, no, no. Vos sos mía. No te voy a ceder ni siquiera a mi mejor amigo, eh.
- ¡No! No por eso, por curiosidad.
- Ah, entonces sí -puso los ojos en blanco-. Era un chiste, amor, no era en serio. Yo sé que solo te gusto yo.
- ¡Ok, entonces contame sobre él!
- A ver… tiene el pelo negro, los ojos verdes y es un espárrago -rió-. Es flaquísimo y altísimo. Me lleva como dos cabezas, cuando salimos juntos parece mi hermano mayor. Y es más chico, bueno, un poco más chico que yo. Tres meses en realidad. Y también tengo una mejor amiga, Jane, es como una hermana para mi. Es rubia (muy, muy rubia) con el pelo lacio hasta la cadera, tiene los ojos azul-plateados, mide unos centímetros menos que yo y es flaca, tiene la piel muy blanca.
- Ah.
- ¿Qué te pasa? -preguntó-
- Nada -tal vez estaba siendo demasiado cortante-.
- ¿Ah sí? ¿No te pasa nada?
- Es que… no soy competencia para esa tal Jane -dije con cierto tono de disgusto-. Mirame. Soy castaña, tengo los ojos marrones y no soy ni alta ni flaca. No soy competencia para ella. No soy nada más que un desafío para los chicos, ¡no soy más que un desafío para vos! No tengo nada que pueda llegar a gustarte de verdad -mi tono de enojo cambio a algo más parecido a la tristeza-
- ¡No es cierto! A ver si te describimos un poco mejor. Tenes tu brillante pelo castaño claro ondulado sedoso por la cadera, más rebajado adelante.
Puse los ojos en blanco, pero el continuó sin prestarme atención.
- Sos flaca, pero eso… no importa. Y no sos alta, tenes una estatura normal, perfectamente normal. Pero no te metas con tus ojos. Oh no, cariño, no con tus ojos. No sé si sabes, pero el color de tus ojos es muy peculiar, poca gente los tiene así, son muy misteriosos e intensos, y eso los hace todavía más lindos de lo que son ya. Son hermosísimos. Además tus ojos son bien grandes y expresivos. No necesitas palabras, porque tus ojos dicen todo lo que las personas quieren saber, son súper exóticos, y no hay nada más lindo que lo exótico, que lo original. Son preciosos y no te metas con ellos, porque los amo y no te lo perdonaría, ¿ok? -a él se le dibujó una sonrisa gigante y a mi una máscara de sorpresa, ¿él pensaba eso de verdad? ¿Mis ojos eran en serio especiales?-
- ¿Por qué tan sorprendida?
- No sabía que me veías así. Bueno, no sabía que yo me veía así. No te rías por lo que te voy a preguntar, pero… ¿Soy linda?
- Hermosa -sonrió-.
Me paré en puntas de pie y le di un besito.
- Hermosa. Hermosa. Hermosa. Hermosa. Hermosa. Hermosa -repitió una y otra vez-.
- ¿Qué haces? -reí-
- Antes cuando te dije “hermosa” me diste un beso, y siempre yo te los daba, así que memorizo la palabra para que cada vez que quiera un beso te la diga y me lo des.
- Si queres un beso me lo tenes que pedir.
- Ah, ok -hizo una pausa y siguió-: Quiero un beso. Quiero un beso. Quiero un beso. Quiero un beso.
- ¿Y ahora?
- ¡Dijiste que te pida cuando quiera!
- Tonto -dije entre risas y puse los ojos en blanco, mientras me volvía a poner en puntas de pie para besarlo-.

Capitulo 28, adelanto.

- No vamos a ir a mi casa, mis papás van a arruinarlo todo, son unos… idiotas.
- Vamos, no me importa lo que tus papás o los míos digan.
- Está bien. Pero que conste que no estoy ni un poco de acuerdo con esto, eh.
- Consta.

- Desaparecé de mi vista, pibe -le gruñó mi papá-.
- ¡No, papá, no! Yo lo quiero mucho. Dejalo que se quede -enrosqué mis brazos alrededor de su cuello-.
- ¡No! Elizabeth, vení ya mismo para acá, alejate de él.
- No, papá. Yo lo quiero conmigo -dije llorando-.
- Dale, pibe. Salí de ahí. ¡No la toques!

jueves, 21 de octubre de 2010

Solo por hoy.

Perdonen. Hoy no subo nada, es que, primero, estoy muy cansada, y segundo, ahora que mi compañero encontró el blog, no tengo tantas ganas de subir nada.
Es solo por hoy, después todo como antes.
Perdónn!

miércoles, 20 de octubre de 2010

Capitulo 26. ¡Deseo!

Ahora sí, si este blog lo encuentra alguno de mis compañeros, me mato.
Ojalá les guste el capitulo, y perdón por lo zarpado.
El capitulo se queda, pero un amigo mío encontró el blog y me quiero matar. En fin...
Voy a seguir publicando cosas, porque no me importa lo que él piense de mi y de mi histria excesivamente romántica.
Capitulo 26
¡Deseo!

- Bueno… no estaba pensando en hablar exactamente… -se mordió el labio y se sonrojó-.
- ¿Y en que pensabas? -acerqué mi cara a la de él, en un intento de ser “sexy” que creí que no iba a funcionar-
No fue así. Su respiración se aceleró, la mía ya estaba por completo acelerada.
- ¡Adiviná…! -dijo con su cara a centímetros de la mía, suspirando para que su olor me turbe durante unos minutos-
- ¿Queres jugar a las cartas? -pregunté alegre, alejándome y dejándolo con las ganas-
- No te vas a escapar así de fácil, linda.
Lo siguiente pasó muy rápido.
Él fue rápido. Se levantó, al igual que yo, y me agarró por la cintura, pegándome a él. Una adrenalina corrió por mi cuerpo, un fuego. ¿Adrenalina? ¿No era… deseo?
Estábamos por completo pegados, él me agarraba por la parte baja de mi espalda y yo entrelazaba las manos con su pelo. Eso pareció animarlo.
No sabía si era lo correcto… ¿debía dejarme llevar? Para ser sincera, sí quería hacerlo.
Ese fuego interior parecía querer que siga con eso, pero la parte lógica e inteligente de mi me decía que no, que no era lo correcto… ¿Perder mi virginidad? ¿Ahora mismo? En una cueva en la mitad de la nada, con un chico con el que no llevaba ni un día de novia. De hecho, con un chico al que no conocía hace más de un día. Solo nos lastimaría, a ambos.
Pero aun así, el deseo era mayor. Como una corriente eléctrica recorriendo mi cuerpo, con mi corazón latiendo demasiado fuerte, casi saliéndome del pecho, con la respiración agitada, respirando entre jadeos ahogados, con la salvaje sensación de libertad, como millones de hormigas caminando por mi piel, con la piel de gallina, parecía que estaba a punto de tocar el cielo, parada en el mismo infierno fogoso y caliente, se me hacía imposible parar, me hervía la sangre… estaba deseándolo con todas mi fuerzas.
Imposible parecía la idea de detener esa apasionante sensación. Pero debía hacerlo. Él no parecía tener el control suficiente, pero… ¿y yo? ¿Podía despegarme de sus labios? Lo intenté… pero no pude.
- Creo… -dijo, con la voz algo ronca, pero aun así suave y dulce- Creo… que… debemos… parar… -dijo, interrumpiéndose y besándome, ya que yo lo seguía haciendo-
- Sí -respondí cuando pude separarme de él-. Pero… no quiero… -él tampoco parecía querer, porque después de decir eso, siguió besándome. Era como si solo lo hubiera dicho porque estaba obligado. Sentía la necesidad de hacerlo, no sería “correcto” que lo deje pasar-
- Yo tampoco -se separó por completo-. Pero tenemos que parar. ¿Te haces una idea de lo difícil que es para mi despegarme de vos?
- Eh… ¿Tan difícil como para mi? -sonreí y él igual-
- Algo así, supongo… -me besó una vez más y tuve miedo de no poder separarme de él después. Él sí pudo… lamentablemente-
- Parece que para vos es mucho más fácil que para mi. ¿Cómo es que podes alejarte y controlar tu voz así, para hacerla tan… suave, tan natural? Yo no puedo… te deseo.
- Oh, yo también, y mucho. Pero no podía dejar que pase. Lo mucho que te quiero es suficiente como para aguantar mis ganas, ignorar las tuyas, separarme de vos y controlar mi voz. Pero no te das una idea de lo mucho que me cuesta hacerlo, así que no me lo hagas más difícil y dejá de ser siempre tan hermosa y… ¡sexy!
Aquello me sorprendió. Pensé que “sexy” era una palabra que nadie iba a usar jamás para describirme, además…
- Pero… no soy precisamente una persona a la que describiría con la palabra “sexy” -dije-
Rió.
- Yo sí te diría así.
Sonreí otra vez y lo besé, sintiéndome de verdad halagada.
- Tus besos son raros -enfatizó la última palabra y se echó a reír-.
- ¿Raros bien o raros mal? -pregunté riendo también-
¡Todavía era una novata en esto! Recién hoy había sido mi primer beso… ¿Tantas cosas podían pasar en un mismo día? Una salida especial, un reencuentro con el mar, una ola de recuerdos (que humor negro, realmente), un chico ahogado, un primer beso, un chico nuevo conocido, otra salida especial y la primera vez que sentí deseo… ¡Deseo!
- ¡Bien! Pero raros…
- Ok, pero… ¿Qué tienen de raro?
- No sé… es como si… ¿con cuántos chicos te besaste hasta ahora, más o menos?
- Eh… sos el segundo. ¡Y al primero le di solo uno! Sí, soy una novata todavía. Con la práctica se alcanza la perfección. Te aseguro que dentro de unos días voy a ser la mejor chica que hayas besado en toda tu vida y… -me apoyó un dedo sobre los labios para que me calle-
Fruncí el ceño.
- ¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Te enojaste? -pregunté, mientras él se reía- ¡Juro que voy a mejorar!
- No, no quiero que cambies. Te preguntaba porque parecías muy experta.
Fruncí el ceño todavía más.
- ¿Experta?
- ¡Sí! Parece como si hubieras sentido eso de recién muchas veces, como si… no sé. No me mires así que no puedo pensar, me desconcentras.
Reí y el también. Yo sentía lo mismo cuando el me miraba fijo.
Agachándose un poco, apoyó su pera en mi hombro y con la boca a tres centímetros de mi oído, susurró un “te quiero”.
Me tembló todo, me estremecí, una corriente eléctrica atravesó mi cuerpo. ¿Y yo? ¿Yo lo quería? Mi corazón respondió a esa respuesta: sí.
- Yo… también.
- Lo dices como indecisa. ¿Me queres? ¡Estas a tiempo de arrepentirte!
- ¿Indecisa? No, te quiero mucho y no estoy arrepentida.
- ¡Así me gusta! -dijo y con una sonrisa me estampó un beso… no volvimos a hablar en toda la tarde, nos entretuvimos haciendo otras cosas…-
Capitulo 27, adelanto.
- Bueno… mis papás… no se llevan bien en absoluto. Es más, se odian, se detestan.
- ¿Tanto?
Asentí con la cabeza.
- Pelean todo el tiempo, nunca se termina. Es… insoportable. Creí que no existía el amor, que jamás me iba a enamorar, que todo era una mentira.
Me abrazó.
- Y ahora sé que no. Es todo verdad -le sonreí, pero no supe si lo decía por él o por…-.
- ¿Qué te pasa? -preguntó-
- Nada -tal vez estaba siendo demasiado cortante-.
- ¿Ah sí? ¿No te pasa nada?- Es que… no soy competencia para esa tal Jane -dije con cierto tono de disgusto-.

martes, 19 de octubre de 2010

Capitulo 25. Soy... libre.

Claro que sienten cosas rápido, Sol. Son como yo ;)
Igual, no te preocupes, que la pobre de Lizzie está de confundida...
Les confieso algo, creo que yo soy Elizabeth, o por lo menos me gustaría ser como ella...
AVISO: El capitulo 26 se viene un poco zarpadito. A partir del 26 hay un par así. Igual, miren que le cambié un par de cosas para que no sea tan terriblemente zarpado, antes era mucho peor. Pero bueno... perdón si no les gusta eso.

Capitulo 25
Soy… libre.

- Eh… -dijo- Tal vez no te diste cuenta, pero está lloviendo y no quiero mojarme más de lo que estoy, así que…
- Sí, entremos -dije-.
Entramos a una especie de “cueva” que teníamos al lado.
- No es lindo, dulce, tierno o romántico, pero es lo que hay -dijo-.
- Para mi está perfecto -sonreí-.
La cueva era una… cueva. Pero sí, era mejor que nada. Mejor que empaparnos… más de lo que estábamos.
Nos sentamos en las rocas y lanzó un suspiro.
- Como ya te dije; no soy romántico. No voy a arrodillarme, no voy a aparecer en la mitad de la noche en tu balcón a decirte una poesía, y no pienso escribir cartas románticas. Pero… creo que no te dije nada bueno de mi; soy divertido, creativo, y una buena compañía, es fácil hablar conmigo, no engañaría a una chica por nada del mundo y no apreto si no me lo permiten.
- ¿El punto es…? -pregunté-
- El punto es que quiero que conozcas mis virtudes y defectos y después me digas si aceptas o no ser mi novia.
Me quedé dura, boquiabierta. Pero… ¿Por qué no? Soy libre… soltera. En realidad, Jeydon si me gustaba. Y estaba ahí sentado esperando mi respuesta, con su alma colgando de un hilo, de un hilo que yo tenía en la mano, mientras en la otra sostenía una tijera afilada… ¿Cuántas veces iba a ser así?
Miré a Jey de reojo otra vez, sus ojos brillaban a más no poder, le temblaban las manos, y se mordía el labio. Tal vez si era algo romántico. Pero otra cosa cierta es que… a mi me pasó lo mismo. Siempre nos creemos más duros hasta que aparece ese alguien y nos cambia radicalmente.
- Eh… sí, Jeydon, me encantaría.
- Yo… no soy poeta, eh…
- Ya sé.
- Ni romántico.
Asentí.
- Ni dulce.
Volví a asentir.
- Ni tierno.
- Sí, ya lo habías dicho.
- Entonces… ¿Sos mi novia?
- Claro, sí -respondí-.
Se acercó y me besó.
Pero… el beso no fue como con Justin.
No sentí las mariposas, las campanas. No sentí los nervios del primer beso, no.
Sentí otras cosas, sentí escalofríos, sentí libertad, sentí nervios, sí, pero… no del mismo tipo. Estos eran más nervios de hacer algo mal con un chico que, seguramente, tenía experiencia.
Aunque… temía más por él que por mi. ¿La razón? No estaba segura de que lo amaba (o por lo menos quería) de verdad. No sabía si en realidad había aceptado por lastima, por amor o... simplemente para olvidarme de Justin. Con el tiempo todo se aclararía… o por lo menos eso esperaba. Pero, ahora que lo pensaba, Jeydon no era nada feo, de hecho muy lindo, y algo me atraía, así que… ¿por qué no intentarlo?
- Eh…
- Si no queres, si te arrepentiste, puedo entenderlo, no te preocupes -dijo, intentando ocultar su tristeza y su decepción sin ningún éxito-.
- No -hice una pausa y sus ojos se fijaron en sus pies, pensando que lo había rechazado. Cuando noté que había malinterpretado mi respuesta, agregué-: Me refería a que no, sí quiero… Digo, no me arrepentí, para nada.
Levantó la cara rápidamente en un movimiento brusco, poco sutil.
- ¿En serio?- ¿Por qué te mentiría? -mostré una amplia sonrisa-
- No lo sé… -murmuró simplemente para decir algo y sonrió-
- Una cosa… ¿Cuántos años tenes? -pregunté con repentina curiosidad-
- Diecisiete, dieciocho dentro de cómo 5 meses -respondió-. ¿Por qué?
- Eh… Mmm… No… Eh… Para saber.
- ¿Vos cuantos años tenes? -preguntó como con desconfianza-
- No… No te quiero decir -me sonrojé-.
- ¡Dale! Que no te de vergüenza… ¿Qué pasa? ¿Sos más grande? ¿Más chica? -preguntó-
- ¿Parezco más grande? -pregunté entre sorprendida y molesta-
- No. Pero… ¿Cuántos años tenes?
- Dieciséis -murmuré en voz muy baja-.
- ¿Qué? -preguntó-
- Dieciséis -dije, ahora en un tono de voz audible-
- ¿Dieciséis? -preguntó con una expresión indescifrable, pero sonriendo, como si eso lo divirtiera-
- Dieciséis -afirmé-.
- Ah.
- ¿Te enojaste? ¿Me creías más grande? -pregunté preocupada-
- No, no -rió-. ¿Por qué me enojaría? No, seguís pareciéndome igual de hermosa -sonrió-.
Genial, yo tenía dieciséis y él estaba por cumplir dieciocho. Nos llevábamos dos años. Dos largos años.
Me sonrojé y decidí dar por terminado el tema de las edades para no seguir amargándome.
- Sinceramente… ya no sé qué preguntarte -dije y se me escapó una sonrisa, al ver que a él también se le había dibujado una en el rostro-.

Capitulo 26, adelanto.

Lo siguiente pasó muy rápido.
Él fue rápido. Se levantó, al igual que yo, y me agarró por la cintura, pegándome a él. Una adrenalina corrió por mi cuerpo, un fuego. ¿Adrenalina? ¿No era… deseo?

Imposible parecía la idea de detener esa apasionante sensación. Pero debía hacerlo. Él no parecía tener el control suficiente, pero… ¿y yo? ¿Podía despegarme de sus labios? Lo intenté… pero no pude.

lunes, 18 de octubre de 2010

Capitulo 24. Un tiempo para pensar, un alguien que me escuche...

Capitulo 24
Un tiempo para pensar, un alguien que me escuche.

- ¡De ese chico! -gritó sin alzar mucho la voz- De ese tal Jeydon. Él se te acercó, él te habló, él te coqueteó… ¿Y vos? Nada. No hiciste nada. Lo dejaste que siguiera.
- ¡¿Y que querías que haga?! ¿Qué lo empujara? ¿Qué lo ignorara? No, no soy esa clase de persona.
- Él no es el problema -cruzó los brazos y eso hizo que parecía (aún más) un nene caprichoso, y aunque me dolía, me estaba hartando-.
- Entonces hay algo que no entendí.
- El problema es que no soy sordo y tampoco ciego y en la ambulancia yo no estaba ni muerto ni desmayado, así que pude escuchar todo y darme cuenta de algo -dijo casi gritando-: vos y yo no somos parecidos. A mi me gustas y yo a vos no. Vos necesitas un chico rebelde, salvaje, con ganas de aventura y yo… no soy así. Entonces el problema, resumiendo, es que yo te quiero como a nadie y para vos yo no soy nadie. No… no existo en tu mundo. Y vos sos, directamente, el mío -dijo ahora bajando el tono de voz, triste y apenado-.
- Justin… -murmuré con lagrimas en los ojos-
- No te preocupes. Como vos misma dijiste cuando me viste con Barbie… no somos nada. Y mucho menos una pareja. Así que… vos seguí con tu vida, que yo sigo con la mía, o por lo menos hacer un intento, ¿sí?
- ¡No! ¡Claro que no! No te voy a dejar desaparecer así de mi vida -dije mientras caía una lagrima-.
- Es que… nos estamos haciendo daño. Y eso no está nada bien. Alejémonos, distanciémonos, al menos por un tiempo y… si todo está bien, vemos que hacemos, pero si nos queremos ver y todo sigue igual, es porque no sirvió. Así que… sepámoslo. Seguimos igual, amigos, pero amigos que no tienen celos de los novios de sus amigos, es solo eso. Ese es el gran cambio.
- Está bien. Como quieras -dije, ahora llorando un poco más-. ¿No es extraño cuando una persona te dice que te quiere… y después te propone seguir por separado? Pero está bien, si vos decidís que lo mejor para los dos va a ser eso, lo acepto. Pero quiero que sepas, que cuando vuelvas, tal vez yo ya no esté disponible. Tal vez ya no quiera seguir tu estúpido juego. Tal vez rechacé tus propuestas. En fin, tal vez, ya no te quiera como lo hago ahora -dije y cuando terminé me fui corriendo, sin dejarlo hablar-.
La peor parte, es que sabía que eso no era cierto. Yo iba a estar disponible por completo. Yo iba a aceptar todo lo que me proponga. ¡Y lo iba a seguir amando tanto como ahora!
Corrí hasta mi casa. Corrí llena de lagrimas. Corrí intentando olvidarme de todo, especialmente, de Justin.
¿Cómo podía ser que un chico me dice que gusta de mi y después dice que por un tiempo no hablemos? ¿Cómo podía ser tan tonto? ¿Cómo no se había dado cuenta de que yo también lo quería? ¿Cómo?
¿Qué caso tenía ir a mi casa? Lo que yo necesitaba era a alguien que me escuche y me aconseje, y, en mi casa, no iba a encontrar a nadie. Contarle a mis hermanos y preocuparlos por esto, no estaba bien, así que, por primera vez, necesitaba que alguien se ocupe de mi. En eso escuché pasos detrás de mí.
- Justin, no quiero hablar con vos ahora… -dije, todavía de espaldas-
- ¿Y conmigo? -preguntó él-
Fruncí el ceño y volteé, si no era Justin… ¿Quién?
- Sé que no son mis cosas, pero…
- No, quedate, por favor. Necesito a alguien que me escuche -interrumpí-.
- Claro -nos fuimos a sentar a un banco-.
- ¿Cómo te enteraste? ¿Quién te dijo?
- Mmm… en realidad no sé muy bien lo que pasó allí adentro. Pero escuché gritos… y después saliste corriendo llorando, pedí irme por un rato. En realidad… me escapé -rió-.
Sus ojos verde azulados brillaban aun más intensidad con los rayos de sol.
- Gracias por venir, de verdad gracias, Jeydon -dije, mirándolo-. Pero vas a perder el trabajo por mi culpa, no tiene sentido.
- No, vine porque quise y porque me importas. Wow, que cursi que sonó eso…
Reí.
- ¡Pero si nos conocimos recién hoy!
- Sí, aun así sos especial para mi -dijo él-.
- Me alegro -sonreí-.
- Entonces… ¿Qué preferís, decirme que pasó o venir conmigo, que te llevo a un lindo lugar en mi moto? -preguntó-
- Ehh… ¿Y si no hacemos ninguna de las dos y no quedamos acá conversando sobre otra cosa? -pregunté-
- ¡No! ¿Por qué? ¡Dale! ¡Vení conmigo! Vamos en mi moto, te llevó a algun lugar genial. Para despejarte, el viento que te va a pegar en la cara cuando vayamos en la moto te va a hacer bien, aunque suene estúpido -dijo-.
- Mmm… no lo sé… -dudé-
- Por favor, acompañame. Así nos conocemos más.
Nos levantamos y me dio la mano. Miré nuestras manos unidas y después a él, que me miraba sonriendo.
¿Cómo hace para no sonrojarse?, pensé, con “envidia”, ya que mi cara estaba completamente roja.
Se detuvo cuando llegamos a una calle y se subió a una moto roja. Me subí detrás de él.
- Entiendo que voy a tener que abrazarte… -dije-
- Y… ¿Qué vamos a hacer? No queda otra opción… ¡Qué lástima! -dijo, irónicamente pegándome más a él-
Lo abracé con toda mi fuerza y él arrancó.
Tenía razón. El viento en la cara, me hacía bien. El viento que me despeinaba. El viento que hacía que mi corazón latiera más rápido. Y… sentir su cuerpo entre mis brazos también. Hace diez minutos lloraba y, todo de pronto volvía a estar bien.
- Tenías razón, sí estoy mejor -sonreí-.
- Soy experto en hacer sentir mejor a las chicas -dijo, cuando tuvo que frenar en el semáforo-.
- Ah… También en las indirectas, ¿no? -pregunté-
Él solo rió y volvió a arrancar.
Cuando volvió a frenar (y estacionar), ya no era por un semáforo…
- ¿Llegamos? -pregunté-
- Casi -dijo él-.
Nos bajamos de la moto y me volvió a dar la mano, haciendo que en mi interior se revuelva todo.
- ¿Casi? ¿Por qué? ¿A dónde vamos?
- Eh… no, a ningun lado. Lo mío no es planear si no… ver como sigue todo.
Estábamos en una playa. Oh, oh, esta vez no me meto al mar, pensé. Y… me sorprendió mi propio nivel de humor negro.
Caminamos por la costa, todavía de la mano. Su piel ardía contra la mía, pero… cuando él hablaba, yo me congelaba.
- Nos conocemos hace un día… -dijo-
- Sí.
- Y no se mucho de vos y ni vos de mi…
- Cierto -afirmé-.
- Pero, sabes que soy impulsivo…
- Lo sé.
- Entonces…
No, no, no, no quería declaraciones. No quería nervios. No quería ni un “sí”, ni un “no”. No quería a Jeydon y, mucho menos a Justin. No quería chicos y tampoco amor… ¡No!
Para evitar eso, salí corriendo, como había hecho días antes con Justin…
Él me alcanzó sin mucho esfuerzo, claro.

Capitulo 25, adelanto.

- ¿El punto es…? -pregunté-
- El punto es que quiero que conozcas mis virtudes y defectos y después me digas si aceptas o no ser mi novia. Me quedé dura, boquiabierta. Pero… ¿Por qué no? Soy libre… soltera.

Genial, yo tenía dieciséis y él estaba por cumplir dieciocho. Nos llevábamos dos años. Dos largos años.
Me sonrojé y decidí dar por terminado el tema de las edades para no seguir amargándome.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Capitulo 23. Conociéndolo... ¡otra vez!

Perdón a todas por no subir. A Juli, a Sol, mil perdones.
El sábado y el domingo no subí porque era finde. El lunes porque era feriado y para el marte no tengo excusa, así que perdón.
Ojalá les guste el cap., besos, byee.
PD: Perdón por este trágico capitulo, es el resultado de estar enamorada de un chico que no te da ni la hora. Lamento mucho que ustedes tengan que sufrir mis problemas.
Capitulo 23
Conociéndolo… ¡otra vez!


De pronto me di cuenta de que Justin ya no sujetaba mi mano y que no estaba por allí cerca de mí. ¿Dónde te metiste, Just? ¡No me gustan nada estas bromas!, pensé algo preocupada, después, recordé que él no podía leerme la mente, aunque pareciera.
- Justin –dije-. ¡Justin! –grité al no obtener respuesta- ¡No hagas esto, Just, no me agrada, de verdad! –grité al borde de la desesperación-
De repente vi como se asomaba algo en la superficie. Nadé con todas las fuerzas que pude reunir hasta llegar allí. Tiré para arriba delicadamente y era un chico desmayado (o dormido, o… muerto). Los ojos se me llenaron de lagrimas al ver su cara así.
Las clases de guarda vidas que tomé a los 9 años con papá tal vez no fueron tan inútiles, pensé.
Lo cargué y lo llevé hasta la orilla, nadando a una velocidad impresionante.
Ni bien llegamos a la zona de arena (bastante lejos del mar), lo apoyé. A ver… el primer paso era… Pensá Elizabeth, pensá. Es que miralo, está muy mal. No puedo acordarme de eso ahora. Esforzate, es de… vida o muerte, pensé tragando saliva nerviosa, triste y desesperada.
Para empezar, corrí a buscar mi celular y llamar a una ambulancia.
Listo, ya está, venía en camino. ¿Y ahora?
Corrí otra vez hacia donde estaba Justin y se me escaparon otras cuantas lagrimas más. No podía verlo así, me hacía mal. Me acerqué a él y le besé la mejilla.
- Vas a estar bien –le susurré en el oído-
La verdad es que no pude evitar preguntarme si eso de la respiración boca a boca daba resultado.
Una sirena interrumpió mis pensamientos. Por fin se acercaba la ambulancia.
Los enfermeros lo subieron a una camilla sin hablar. Lo único que pregunté fue si podía acompañarlos. Me dijeron que sí y me subí a la parte trasera de la ambulancia, al lado de la camilla en la que habían acostado a Justin.
- No se preocupe, señorita. Él esta bien -sonrió uno de ellos que iba atrás con nosotros, el de los más grandes, treintañero o algo así-.
Intenté sonreír.
- Lo sé…
- ¿Es tu novio? -preguntó el más jóven. Supuse que tendría como unos diecisiete años-
- No, mi amigo. Pero… me preocupé.
- Sí, claro. ¿Cómo se llama? -preguntó otra vez el más grande-
- Justin -respondí-.
- Sí, eso lo sé, me lo dijo por teléfono. Estaba hablando de su nombre.
- Ah. Mi nombre es Elizabeth. Pero, decime Liz.
- Claro. Liz, lo que le pasa a Justin no es nada grave. ¿Cómo fue que pasó? -estaba hablando todo el tiempo el mayor, lo que me hacía sentir más incómoda, porque me miraba como si fuera su hija o algo por el estilo, en cambio, el más chico tenía pinta de estar allí obligado-
- Mmm… En realidad, no lo sé. Él me tenía agarrada de la mano y de repente se soltó.
- Ah. ¿Dijiste que… era tu novio? -preguntó extrañado el más jóven. Me sorprendió que él siempre preguntara lo mismo-
- No, no, solo mi amigo.
- Ah… -dijo-
El mayor se levantó y se fue para adelante, junto con el conductor.
- Jeydon -dije leyendo la placa que tenía enganchada en la remera el menor-. Lindo nombre.
- Gracias -dijo-. El tuyo igual.
- Gracias. Mmm… ¿tu trabajo es hablarle a las chicas preocupadas que se suben así dejan de pensar en la horrible situación que acaban de vivir?
- Algo así -rió-. Mi parte preferida de mi trabajo es distraer a las chicas lindas e inteligentes -me guiñó un ojo-. Pero, ahora en serio… él estará bien.
- Eso espero -miré a Justin tristemente-.
- Sé que no es el mejor momento, pero… ¿me pasas tu celular? Me gustaría seguir en contacto con vos.
- ¿Sí?
- Sí.
- Ok -respondí-. En ese caso no me dejas otra opción más que dártelo.
- Exacto.
Le di mi celular y él me dio el suyo. Casi no podía creer que un chico lindo coqueteaba conmigo. ¿Un chico… lindo? Sí, totalmente. El “lindo” le quedaba corto. Era… hermoso. Realmente hermoso.
El pelo lo tenía como Justin, tal vez un poco mas rubio que Just, y sus ojos verde azulados se lucían espléndidamente sobre su tez blanca. En los labios tenía un piercing de costado. Linda boca. Lindos rasgos, pensé sonriendo.
Reí al ver a ese chico lindo con pinta de rebelde vestido de blanco, metido en una ambulancia, con un espantoso olor a desinfectante.
De repente me di cuenta de que él también me estaba investigando.
- No te lo tomes a mal, pero… ¿Cómo terminaste trabajando acá? Es que…
- Sí, ya lo sé. Es raro que un chico como yo trabaje acá. La verdad es que me quiero ir a vivir a Nueva York y necesito dinero. Mi tío es médico y me consiguió este empleo con la condición de que no haga nada malo y no… hable con las chicas -me guiñó un ojo-.
Me sonrojé y sonreí.
- Entonces… ¿Por qué Nueva York? -pregunté-
- Mmm… no lo sé -dudó-. Siempre quise mudarme. No quiero morir sin haber conocido ningun otro lugar, digo, nací acá y desde entonces siempre viví aquí. Quiero ver nuevos lugares, nuevas culturas… y nuevas chicas. ¿Vos? Sos de acá, ¿no?
- Ehh… Sí.
- Este es un lugar con tan poca gracia -miró por la ventanilla y suspiró, demostrando su odio con respecto a ese lugar-. Me aburre ver esto una y otra vez. Nací acá. Me crié acá. Y voy a morir acá si todo sigue así.
- ¿Así que queres investigar, descubrir nuevas cosas? -pregunté-
- Sí, quiero conocer el mundo, ese es mi mayor sueño.
- También el mío -dije sincerándome de una vez por todas-.
- ¿En serio? -preguntó interesado- ¿Y por donde te gustaría empezar?
- Uhh… no sé… creo que por Italia, Roma. Es un lugar tan lindo, en realidad, nunca fui, solo por foto, pero lo que vi… hermoso. Además hasta el idioma es lindo. ¿Escuchaste el acento que tienen? Es precioso.
- ¿De verdad te gustaría empezar por Italia? -preguntó-
- Mmm… sí. Ya sé que es un lugar tal vez no muy emocionante, pero a mi me…
- Gusta -interrumpió-. Sí, a mi también. Te lo preguntaba para asegurarme. Italia era mi primer destino, pero me di cuenta de que está muy lejos para ir, así que tuve que conformarme con Nueva York. Pero Italia tiene algo especial que me atrae.
- Sí, te entiendo, ¿Cuál es tu color preferido? -pregunté como para cambiar de tema un poco-
- El rojo, ¿el tuyo?
- El mismo, rojo -respondí-.
- No puedo creer que tengo tanto en común con una persona, es de verdad increíble.
- Lo sé. Tampoco puedo creerlo.
- No te enojes por lo que estoy por decir, no es que sea machista ni nada de eso, pero otra cosa que me sorprende es que tenga tanto en común con una chica. En general, las chicas que conozco son materialistas, malas, hipócritas y, gran parte de ellas, bueno… necesitan una vida nueva. En serio, no tienen opiniones, ni comentarios para hacer nunca. Siempre dicen “¡sí, yo también!” o “sí, a mi también”. Ninguna piensa algo diferente a vos. Pero… vos sos diferente a ellas. Sos más rebelde… y eso me gusta -sonrió-.
No es la primera vez que me lo dicen, amigo, suspiré. Llegas tarde.
- Eso… bueno, me preocupa un poco. Sé que soy diferente al resto de las chicas y, en general, los chicos no me toman en serio, porque no les doy bola. Antes, cuando me juntaba con más gente (desde que se separaron mis papás, dejé de salir con mis amigos) los varones amigos míos me tenían mas como uno de los “pibes” que como una… chica… femenina y todas esas tonterías. Así que, si es que eso fue un cumplido: gracias -reí-.
- Fue un cumplido. No quiero que seas como ellas, son estúpidas, y vos tenes un cerebro.
- Sí, para mi también eso es bueno, pero que se yo, a la gran mayoría de los chicos de hoy les gustan huecas y hermosas.
- Eso también es cierto. La gran mayoría de los chicos y chicas de hoy son huecos y huecas, por suerte, hay, por lo menos, dos que no lo son.
- Cierto -reí-.
Cuando vi un hospital por mi ventanilla me inundó una ola de culpa. ¿Justin ahí tirado, grave, y yo coqueteando e intercambiando celulares con un chico? Eso era de las malas hipócritas de las que Jeydon había hablado antes.
Bueno, ya no había tiempo de retarme a mi misma. Lo hecho estaba hecho y punto.
Entramos al hospital y se llevaron a Justin a una sala, me quedé esperando en la sala de espera.
¡Cuánto tardan! ¿Justin estará bien? Espero que sí…, pensé.
Ya había pasado una hora exactamente y mi miedo aumentaba.
Salió un doctor.
- Buenas tardes -saludó-.
- Buenas tardes, Dr. -saludé y le di la mano-. ¿Cómo está él?
- Bien. De hecho, solo un poco mareado, nada más grave que eso. Se ahogó. Está algo congestionado, pero el resto bien. Ya puede recibir visitas y… como no hay nadie más…
- ¿Puedo pasar? -pregunté-
- Le voy a preguntar al muchacho si quiere verla. Mmm... ¿Su nombre?
- Elizabeth, dígale Liz.
- Bueno, ya le digo.
Entró y salió 5 minutos después.
- No quiere verla -dijo-.
- ¿Por qué?
- No lo sé, Señorita.
- Por favor, déjeme pasar. Le juro que no voy a hacer nada, él me conoce, soy su amiga. Por favor, déjeme pasar, por favor -pedí-.
Creo que le di pena.
- 5 minutos. No más -advirtió e hizo un además con la mano para que entré a la sala-.
- Claro -sonreí-.
Entré corriendo.
¿Justin no quería verme? ¿Habría sido por soltarle la mano? ¿Por qué estaba realmente mareado y no quería recibir visitas? ¿Por qué? ¿Por qué? ¡¿Por qué?!
Toqué la puerta.
- Pase, Dr. -dijo Justin-
- No soy el doctor -dije, empujando la puerta y quedándome parada a unos metros de la cama-.
- Le dije que no te deje pasar -dijo mirando para otro lado-.
- Ya lo sé… y especialmente por eso decidí venir. ¿Qué te hice? ¿Por qué tanto enojo de repente? -pregunté-
- ¡Es que es eso! ¡¿No te das cuenta?! No hiciste nada.
Lo miré extrañada.
- Pero yo… llamé a la ambulancia.
- Que ingenua -murmuró-. No te hagas la inocente, no estoy hablando de eso y lo sabes.
No, no lo sé, de hecho, no tengo ni la menor idea de lo que estas hablando, pensé algo molesta ya.
- ¿Y de que entonces? -pregunté-

Capitulo 24, adelanto.
- Justin… -murmuré con lagrimas en los ojos-
- No te preocupes. Como vos misma dijiste cuando me viste con Caitlin… no somos nada. Ni una pareja, ni nada. Así que… vos seguí con tu vida, que yo sigo con la mía, o por lo menos hacer un intento, ¿sí?
- ¡No! ¡Claro que no! No te voy a dejar desaparecer así de mi vida -dije mientras caía una lagrima-.

- ¿Llegamos? -pregunté-
- Casi -dijo él-.
Nos bajamos de la moto y me volvió a dar la mano, haciendo que en mi interior se revuelva todo.
- ¿Casi? ¿Por qué? ¿A dónde vamos?

viernes, 8 de octubre de 2010

Capitulo 22. Vivir y no pensar.

Perdón por mi pobre definición de "el primer beso" es difícil describir algo que nunca sentiste.

Capitulo 22
Vivir y no pensar.

- Sí, a veces el amor te cambia. Pero muy bien no lo sé: yo nunca me enamoré -dije, recalcando las últimas palabras, algo cortante-.
- Yo tampoco -dijo, dirigiéndome aun la misma mirada profunda, como si intentara saber que estaba pensando, pero cortante, como yo-. Pero…
- Mmm… Así que… -dije, solo por el hecho de que no quería que termine lo que estaba por decir- ¿Tus papás están bien? -pregunté no solo por interrumpir, también por interés-
- Sí. Estoy muy feliz. En realidad… no es tan así como que están bien, pero mejor que antes -dijo todavía mirándome, pero de otra forma, lo cuál me alivió-.
Pareció olvidarse de lo que estaba por decir y continuó con su explicación.
- Ahora mamá es más feliz, así que yo también. Por ella. Además -continuó-, yo también estaba un tanto enojado con papá, digo, porque él no abandonó solo a mamá, también a mi. Bueno, a mi de bebé, pero a mi. Siento como que… -bajó la cabeza, triste- no me quería.
- ¡Oh, Justin! -dije, apenada, por verlo así de deprimido- Hay que ver como era todo. Lo que él sentía y eso. Seguro que estaba asustado, tener un hijo a los 16 años no debe ser una tarea sencilla. No creo que tenga nada que ver con vos o con tu mamá, seguro que él los amaba, pero… no sé, como dije, estaba asustado, intimidado.
- Sí, tal vez -dijo, forzando una sonrisa y levantando la cabeza para verme a los ojos-. Igual lo importante ahora es que ella volvió a estar bien y seguro que él también está mejor, ¿no?
- Eso sí. Es verdad. Pero hablemos de otra cosa. Desde que te conocí tengo una duda -sonrió con picardía-
- A ver, decime y veo si te la puedo responder.
- Mmm… quiero que me cuentes sobre tu primer beso -sonrió-.
Ouch. Ese no era justamente un tema fácil.
- Claro. Mmm… nunca besé a nadie -arqueó una ceja-. Lo juro. Y la verdad, creo que no es algo que me ponga orgullosa -para mi sorpresa, no me puse colorada-.
- O sea que… nunca te dieron ni un beso.
- Exacto -dije, sintiéndome por un minuto una estúpida total que con dieciséis años no había dado su primer beso-.
Al ver mi cara de… vergüenza, cambió de tema rápidamente.
- Bueno… ¡llegamos! -recién entonces fue que me fijé hasta donde habíamos caminado-.
Estábamos en una playa, era realmente… hermosa. Habían unas palmeras, la arena era completamente blanca y suave y el mar, azul como nunca, nos miraba desde la costa. Todo parecía perfecto. Hasta el chico.
- Es…
- ¿Hermoso? -terminó él-
- Sí, también. Pero iba a decir impresionante. ¿Dónde estamos? Nunca había visto esta playa antes…
- Ah. Es que no está muy cerca… Pero caminando y charlando ni nos dimos cuenta.
- Sí -reí-. Es cierto.
- Me duelen las piernas -se quejó-, ¿vamos a sentarnos allá, en la arena? -propuso-
Acepté.
- Ahora sí. Por mucho que te incomode necesito que me expliques como es eso de que nunca te diste un beso con nadie -sonrió-.
- Es que… no quiero que pienses que soy cursi, o romántica o lo que sea… pero nunca encontré al chico “indicado”. Nunca llegué a enamorarme tanto como para besarlo. Es solo eso, nada más.
- ¿O sea que… estas esperando que aparezca alguien especial que lo… merezca? -preguntó, como sorprendido-
- Sí, eso mismo -respondí y reí- ¿Por qué te sorprende tanto?
- No, no me sorprende… Bueno, un poco… Es que… No sé… Sorprende que una chica de 16 años no se haya dado el primer beso nunca porque no quiso…
- ¡Nunca dije que yo no quise! -lo interrumpí- Sí quiero. Pero no hay nadie por ahora que me haya convencido del todo como para ir y robarle un beso.
- Ah. Entiendo. ¿Nadie? -preguntó seductor y… en broma, creo…-
- Nadie -respondí-.
Él se fue acercando a mi lentamente, ¿en… broma?
Cuando me di cuenta, nuestros labios se habían unido en lo que, para mi, fue el primer beso.
Traté de sentir y no pensar. Traté de vivir el momento como se merecía ser vivido. Y sí que se merecía ser vivido. Lo que sentí fue… mágico. Fue algo que no se puede explicar con palabras. Algo nos unió. Algo hizo que yo no lo tiré para atrás cuando se acercó como lo hubiera hecho con cualquier otro chico. Algo hizo también, que él se acerqué. ¿Yo le gustaba en serio o era todo una simple actuación para después besarme y tocarme? No lo sabía y, preguntar, no era opción… Por el momento, lo mejor que podía hacer (muy contra mi voluntad) era alejarme y seguir como estábamos, solamente amigos, hasta que alguien diera el primer paso.
Poco a poco me fui corriendo (sin ni un poquito de ganas) hasta que por fin pude despegar mis labios completamente de los suyos.
- Perdón -murmuró-. Me desubiqué. Soy un tarado.
- No, Justin, esta bien.
- No. ¡No esta bien! Te obligué a besarme.
- ¿Me obligaste? Te aseguro que si yo no hubiera querido me hubiera alejado, Just, no te preocupes.
- Sí, pero… sabiendo que era tu primer beso me acerqué. Perdón. Fue un impulso. Te vi ahí y me dieron ganas -dijo sonriendo y sonrojándose-.
- Y yo… tampoco pude resistirme -sonreí y me sonrojé, al igual que él-.
- Entonces… ¿Está mal que pregunte si te gustó? -preguntó-
- Sí -le respondí mientras ambos reíamos-, está mal.
- Por suerte yo soy un chico malo que hace cosas que están mal, así que… ¿Te gustó o no?
- Sí, me gustó, digo… fue algo nuevo. Algo que nunca había sentido. Algo… ¿mágico? -dije-
- Sí, yo me sentí igual.
- ¿Vos tampoco te habías besado nunca antes con nadie? -pregunté sorprendida-
- No, yo sí había dado mi primer beso, es que… nunca nadie me había hecho sentir con un solo beso lo que me hiciste sentir vos.
No pude evitar derretirme antes ese comentario. Y, en vez de decir algo estúpido frente a semejante declaración, decidí quedarme callada y simplemente sonreír.
Tampoco pude evitar reír al darme cuenta de que el chico al que acababa de besar con tantas ganas, era el mismo al que había evitado tocarle la mano por vergüenza.
- ¿Vamos a la orilla? -preguntó son una sonrisa a la que no podía resistirme-
- Me encantaría -dije devolviéndole la sonrisa-
Corrimos a la orilla y una de sus ojotas voló por los aires. Él solo rió y siguió corriendo, mientras se sacaba la otra ojota y la tiraba. Lo imité. Llegamos a la orilla.
- Que lindo que es el mar, ¿no? -le dije, mirándolo como esperando que me diga de entrar-
- ¡Sí! Me muero por meterme -me miró mordiéndose el labio-.
- ¡Yo también! ¿Qué estamos esperando? -pregunté-
- Nada. Yo pensé que no ibas a querer, porque… ya sabes… no tenes malla, y se te va a arruinar toda la ropa, y el maquillaje…
- ¿Ropa? Ah, estas porquerías que llevo puestas -le sonreí-. Pero… ¿Maquillaje? No me maquillé.
- Ah, pareciera que sí. Digo, por los labios así rojos, las pestañas largas y negras, la piel sin ninguna imperfección, bueno… y eso.
- Ah, que sé yo, mis pestañas son así, mis labios y mi piel también.
Él rió ante mi cara de confusión y me tiró del brazo con un nene caprichoso.
- Vamos al mar…
Me dio la mano, provocando que me sonroje más aun y corrimos (todavía de la mano) hacia el mar.
Entramos corriendo al mar y sentí como el agua fría mojaba mis pies. Amaba esa sensación, me hacía acordar a mi papá, a los viejos tiempos en los que ellos se llevaban bien y todo parecía perfecto. Porque sí, hubo una época en la que sí se amaban y salíamos los cinco juntos de viaje, de campamento o tal vez solo a pasear, pero siempre la pasábamos súper bien. Hacía que lo recuerde porque yo tenía una relación estupenda con él y, cada vez que podíamos, nos escapábamos juntos y veníamos a la playa. Hace unos años (cuando mis papás empezaron a llevarse mal, en realidad), dejé de venir a la playa y dejé de meterme en el mar, porque lo único que me traía eran este tipo de recuerdos que, sinceramente, hubiera preferido olvidar. Pero todos cometemos errores y, abandonar el agua, fue uno de los míos.

Capitulo 23, adelanto.

- Algo así -rió-. Mi parte preferida de mi trabajo es distraer a las chicas lindas -me guiñó un ojo-. Pero, ahora en serio… él estará bien.
- Eso espero -miré a Justin tristemente-.
- Sé que no es el mejor momento, pero… ¿me pasas tu celular? Me gustaría seguir en contacto con vos.
- ¿Sí?
- Sí.


¿Justin no quería verme? ¿Habría sido por soltarle la mano? ¿Por qué estaba realmente mareado y no quería recibir visitas? ¿Por qué? ¿Por qué? ¡¿Por qué?!
Toqué la puerta.
- Pase, Dr. -dijo Justin-
- No soy el doctor -dije, empujando la puerta y quedándome parada a unos metros de la cama-.
- Le dije que no te deje pasar -dijo mirando para otro lado-.

jueves, 7 de octubre de 2010

Capitulo 21. Recuperándolo, recuperándome.

Espero que les guste.
Perdón Piku, pero creo que no los puedo hacer más largos. Ok... me alegro que te gusten, y, creo, que este y el siguiente son como los más larguitos. Besooos.

Capitulo 21
Recuperándolo, recuperándome
.

- Que no hagas ningun comentario sobre esta ridícula pollera…
- Acepto -sonrió-. ¡Pero no es ridícula y te queda muy bien!
- Justin, yo… Me dolió lo de Caitlin, yo no sé si ella sigue con vos o no, no necesito que me lo digas, pero no quiero que estes “romántico” conmigo mientras estes de novio. ¿Sí?
- Sí -dijo y agregó, acercando la boca a mi oído-. Igual, ahora estoy solo, Caitlin y yo terminamos.
Me estremecí al sentir su aliento caliente en mi cuello y oído. Que linda sensación, no pude evitar sonreír ante esa idea.
- Bueno, tengo que volver a trabajar… ¿Nos vemos?
- Nos vemos -sonrió-
Volví a donde estaba ordenando y él se fue. Olvidándose completamente del precio del CD que me iba a preguntar. Y yo olvidándome completamente de que en esos momentos debería estar trabajando en vez de estar pensando en él.
A la tarde salí de trabajar y ni bien pude miré mi celular, ya que en la mitad del trabajo había empezado a sonar y no me habían dejado atenderlo.
Hola, conseguí tu mail. Te mandé uno, miralo cuando puedas… ;), mensaje de Justin.
Me pregunté cómo había hecho para conseguir mi mail. Pero me resigné en seguida. Claro que no iba a saberlo nunca.
Corrí a mi casa, ansiosísima por ver el mail.
*El mail de Justin lo voy a poner en azul*

Hola, linda:
Decidí mandarte este mail porque te extrañaba (aunque nos acabamos de despedir en el supermercado).
Quiero que nos veamos pronto, entonces te voy a hacer una propuesta; mañana a la noche venís a cenar conmigo, ¿qué decís? A mi me entusiasma mucho la idea, ya que hace mucho que no salimos juntos…
Me muero por volver a hablar con vos como lo hacíamos hace unos meses, tengo muchas cosas para contarte.
No me respondas con otro mail. Si decidís aceptar, nos vemos mañana a las 9:00 en la plaza que vos ya sabes.
No vengas “elegante” o arreglada como cuando fuimos a Rockland, vení más que nada con una linda musculosa y un short. Te lo recomiendo.
Nos vemos (creo…)
-Justin


Feliz de la vida, salté por la habitación hasta cansarme, le conté a mi cuadernito todo lo que había pasado.
Decidí esta vez no contarle nada a ninguno de mis hermanos.
Que no vaya ni elegante ni arreglada, bueno, no me estaba pidiendo nada muy difícil.
Como el mismo me había dicho a través del mail, me iba a poner una musculosa y una short. Nada muy extravagante.

Al día siguiente a las 8:00 entré a bañarme y cuando terminé de arreglarme eran las 9:00, todavía tenía que llagar a la plaza, así que corrí.
Cuando llegué, él estaba apoyado contra un árbol, no me vio. Miró su reloj, suspiró desilusionado y se fue caminando tristemente con los hombros caídos.
- ¿Creíste que no iba a venir? -le pregunté sonriendo-
- ¿Qué? -preguntó dándose vuelta y, cuando me vio, sonriendo- Eso creí. ¿Vamos? -volvió a preguntar acercándose a mi-
- Vamos -acepté mientras nos íbamos caminando-
Caminamos en silencio.
- Pensé que te habías vuelto a enojar… -dijo, rompiendo el silencio-
- No, ¿Por qué lo haría? -pregunté-
- No. No sé, pero pensé eso.
- Ahh.
- Me alegro de que hayas venido -dijo sonriendo-.
- Y yo me alegro de que me hayas invitado -sonreí-.
Reímos.
- ¿Tenes pensado a dónde vamos a ir? -pregunté-
- Sí -sonrió como un nene cuando hace una travesura-.
- Y… ¿se puede saber? -pregunté volviendo a reír-
- No -respondió sin dejar de sonreír-.
- Genial, vamos -dije y nos pusimos a caminar-.
Los dos íbamos cerca, pero sin darnos la mano. Yo nerviosa, pero él… no parecía estarlo.
Caminaba recto para que nuestras piernas no se toquen y nuestras manos tampoco. Lo único que quería era que él hable, sacando un tema bueno, así yo dejaba de sentirme así de estúpida.
Él parecía haber escuchado mis pensamientos, ya que, inmediatamente, empezó a hablar.
- Te quería explicar sobre lo de Caitlin -dijo, sacando el único tema que yo no quería que él saque-.
- Uyy… otra vez con eso… -suspiré, dándole a entender que ya había pasado, que ya estaba todo bien- No hace falta, Justin. No necesito que me expliques nada. No somos novios. En el momento me enojé, pero ya está todo bien.
- Ya sé que no hace falta. Ya sé que no necesitas explicaciones, es que yo necesito dártelas: yo a Caitlin la conocí anteayer y desde entonces no estaba con vos. Nunca tuve la intención de herir a nadie.
- Sí. Lo sé -afirmé-.
- Solo quería que sepas eso: la verdad.
- Sí, está bien. Pero… hablemos de otra cosa… -dije-
- Mmm… sí, ¿no?, mejor cambiemos de tema… ¿Te acordas cuando nos conocimos?
Lancé una risita nerviosa.
- Sí. En la plaza.
- Sí. ¿No es increíble cómo en un día tan… feo, que nos sentíamos tan mal, pasó algo tan bueno?
- Es cierto. Nunca se me había ocurrido pensarlo así -dije, posando mi mirada en el infinito-.
- Es raro.
- Sí, pero… conveniente. Raro pero conveniente. Nos vino bien a los dos, yo no estaba pasando por un buen momento y vos tampoco.
- Sí, sobre eso quería contarte. Mi papá decidió irse y dejarnos en paz. Yo no quiero tener nada que ver con él y creo que se lo hice saber, porque de una buena vez por todas; se fue. Ahora vivo solo con mi mamá y mis hermanitos: Jasmine y Jackson. Jasmine va a cumplir 3 en una semana y vamos a ir a cenar los tres juntos… Quería preguntarte si... mmm… querías venir… -dijo, bajando la cabeza avergonzado-
- Me encantaría -sonreí-.
- Me alegro. Quiero que conozcas a mi mamá, te va a caer muy bien. Ahora que se fue papá y todo volvió a la normalidad, ella está genial. Ella era muy parecida a vos en su adolescencia (o eso me contó), hasta que se enamoró y cambió completamente -no sé por qué (por su directa y profunda mirada, probablemente), sentí que eso me lo decía a mi específicamente-.

Capitulo 22, adelanto.

- Eso sí. Es verdad. Pero hablemos de otra cosa. Desde que te conocí tengo una duda -sonrió con picardía-
- A ver, decime y veo si te la puedo responder.
- Mmm… quiero que me cuentes sobre tu primer beso -sonrió-.
Ouch. Ese no era justamente un tema fácil.

Él se fue acercando a mi lentamente, ¿en… broma?
Cuando me di cuenta, nuestros labios se habían unido en lo que, para mi, fue el primer beso. Traté de sentir y no pensar.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Capitulo 20. Definitivamente el tiempo no cura todas las heridas.

Capitulo 20
Definitivamente el tiempo no cura todas las heridas.


Ya pasaron tres meses desde que pasó todo eso con Justin.
No lo extraño. No lo necesito. O de eso me quiero convencer.
Todavía me duelen un poco las heridas abiertas que dejó en mi corazón. Las palabras que dijo… y las que no dijo también.
Porque lo quise… ¿Quise? No mientas Lizzie, lo quiero.
Mi mamá y mi papá siguen horriblemente peleados (como siempre) y ya no puedo más. Es horrible.
Lo bueno: ¡conseguí trabajo!
(Aunque, claro, no sea nada comparado con las cosas horribles que me estuvieron pasando.)Es después del colegio. En un supermercado. No pagan mucho, pero voy haciendo mis ahorros, eso es lo único bueno que me pasa últimamente.
Bueno, hablando de eso, es hora de ir a trabajar.

Me cambié y me puse el uniforme de trabajo (una pollera roja por las rodillas y una musculosa blanca con el nombre del supermercado).
Al principio no había querido aceptar el trabajo por la ropa. Me negaba rotundamente a usar una pollera. Luego accedí, pensando en que hay pocos trabajos en los que se aceptan chicas de 15 años.
Me terminé de arreglar bien para ir y cuando llegué fui a mi puesto, entre las cosas de música, DVDs, CDs, reproductores y hasta televisiones (aunque eso no sea con música).
Estaba de espaldas, ordenando unos CDs que un nenito de aproximadamente 5 años había desordenado. De repente alguien me toca el hombro.
- ¿Podría decirme el precio de este CD, por favor? -preguntó una voz de chico-
Me di vuelta y casi me desmayo al ver quien era.
- ¡Justin! -dije, asombrada, como él-
- Mmm… no sabía que trabajabas acá.
- Es que… empecé hace poco -se hizo un silencio incómodo, ninguno de los dos quería que el otro hable sobre lo que había pasado meses atrás-.
- No te veía desde… -bueno, por lo menos, yo no quería hablar de eso-
- Desde el día que te dije que no te quería ver más -completé la frase, bajando la cabeza para no tener que verlo a los ojos-.
- Te… te extrañe bastante… Estuve pensando en vos en este tiempo -dijo-.
- Tu novia se enojaría -dije apretando los dientes y los puños y dándome vuelta otra vez para seguir ordenando-.
- Basta, no podes seguir enojada toda la vida. ¿Esta es tu forma de arreglar los problemas? ¿Esquivando a la persona? -preguntó molesto-
- ¿Y tu forma de conquistar una chica es engañándola? -pregunté mordaz-
- ¿Y que si es así? ¿Funciona? -preguntó acercándose a mi provocativamente-
- No. Conmigo no -me alejé, sintiéndome lo más-.
- Ahora en serio -me alcanzó y me tomó del brazo-. No te quiero perder como amiga, porque… -se calló-
- Porque… -dije, alentándolo para que siga-
- Porque te quiero y aprecio mucho tu amistad -soltó rápidamente, bajando la cabeza avergonzado, pero supuse que no era eso lo que quería decirme-.
- Que bueno…
- Entonces… ¿Me perdonas? ¿Podes volver a ser mi amiga?
- Con una condición -dije seria-
- ¿Cuál? -preguntó temeroso-

Capitulo 21, adelanto

- Bueno, tengo que volver a trabajar… ¿Nos vemos?
- Nos vemos -sonrió-
Volví a donde estaba ordenando y él se fue. Olvidándose completamente del precio del CD que me iba a preguntar. Y yo olvidándome completamente de que en esos momentos debería estar trabajando en vez de estar pensando en él.

- Te quería explicar sobre lo de Caitlin -dijo, sacando el único tema que yo no quería que él saque-.
- Uyy… otra vez con eso… -suspiré, dándole a entender que ya había pasado, que ya estaba todo bien- No hace falta, Justin. No necesito que me expliques nada. No somos novios. En el momento me enojé, pero ya está todo bien.

martes, 5 de octubre de 2010

Capitulo 19. Te quise, o tal vez no… ¿A quien quiero engañar? ¡Te sigo queriendo!

Aviso: Cambié el nombre de la novia de Justin, ya no se va a llamar Barbie, ahora se llama Caitlin. Sí, tiene algo que ver con la ex de Justin Bieber, tuve una leve (más bien enorme) obsesión con él JAJAJJAJA. Espero que no les moleste ni las confunda.

Capitulo 19.
Te quise, o tal vez no… ¿A quien quiero engañar? ¡Te sigo queriendo!

- Lizzie… -dijo él- Perdóname… -agregó-
- Justin -dije dándome vuelta para verlo a los ojos-, te confié mi vida. Te dije cosas que nunca le había dicho a nadie más. Y… ¡lo peor de todo es que no sé por qué me pongo así!
- Te coqueteé y te traicioné. Bueno, en realidad, nunca fuimos nada, pero… -hizo una pausa y bajó la cabeza tristemente- yo sentí una conexión cuando nuestras miradas se cruzaban.
- Pero no era nada. Bueno, al menos para vos, porque yo sentí lo mismo, juro que cuando me dijiste que me querías tuve que morderme el labio para no decirte “Yo también”. Estuve a punto de confesarte que sentía cierta atracción por vos. Tenía miedo de que pudieras lastimarme, no me quería entregar por completo. Pero al final salí más lastimada de lo que pudiera haber salido. Y me siento pésimo. Sin embargo no puedo culparte, no hiciste nada malo.
- Solo el hecho de que te hice llorar es malo. No puedo siquiera pensar que te lastimé, encima, sabiendo que si te enterabas iba a dolerte. Pero, un punto a favor mío, sería que te lo iba a decir mañana.
- El dicho no suele usarse para este tipo de situaciones; pero no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.
- Tenes razón. Pero es mi novia desde hace solo un día, cuando te conocí todavía no estaba con ella. Es que cuando la vi fue amor a primera vista -sonrió enamorado-.
¿Amor a primera vista? Eso había dolido. Contuve las lagrimas otra vez.
- Que… que lindo -dije amargamente, con el nudo en la garganta, que no me dejaba hablar mucho-.
- En serio, lo siento.
- No. Ya está, no te preocupes. En realidad, vos fuiste solo un juego para mi, nunca te tomé muy en serio, ni a vos, ni a nuestra relación -dije, ignorando el dolor de la mirada del chico-.
- Ni me lo hubiera imaginado… Vos nunca fuiste un juego para mi, yo te tomé muy en serio… Te… te quise.
¿Quise? ¡¿Quise?! ¿Ya había pasado todo? ¿Ya había quedado todo en el olvido?
- Nos vemos… -dijo él, cuando me paré, para irme caminando-
- O tal vez no… -agregué-
Lo dejé sentado en el banco, solo, y me fui caminando mientras un par de lagrimas resbalaban por mis mejillas.

Capitulo 20, adelanto.
- No te veía desde… -bueno, por lo menos, yo no quería hablar de eso-
- Desde el día que te dije que no te quería ver más -completé la frase, bajando la cabeza para no tener que verlo a los ojos-.
- Te… te extrañe bastante… Estuve pensando en vos en este tiempo -dijo-.
- Tu novia se enojaría -dije apretando los dientes y los puños y dándome vuelta otra vez para seguir ordenando-.

- ¿Y tu forma de conquistar una chica es engañándola? -pregunté mordaz-
- ¿Y que si es así? ¿Funciona? -preguntó acercándose a mi provocativamente-
- No. Conmigo no -me alejé, sintiéndome lo más-.
- Ahora en serio -me alcanzó y me tomó del brazo-. No te quiero perder como amiga, porque… -se calló-

SúPeR ReCoNtRa MaLeNtEnDiDo !

Eso fue, un súper recontra malentendido. Él dijo, ella dijo, yo me confundí.
NADA DE CERRAR EL BLOG!
Si me quieren mandar un mail para decirme algo (si no tienen cuenta en google) mándenme, pero les aviso que sigo con el blog. Fue todo un malentendido. WII!
Así que ahora en otra entrada les subo el próximo capitulo.
Estoy re feliiiiz! :D
Besos..

Ouch.

No saben la pena que me da tener que despedirme de ustedes u.u
Yo no quería deshacerme del blog, y acabo de mandarle un mail a mi amigo preguntándole directamente si encontró o no el blog. Todavía no me contesta. Si la respuesta es sí, cierro el blog y tal vez abro otro con otra dirección muy diferente. Pero si la respuesta es no, sigo con el blog. Tengo esperanzas de poder seguirlo.
En fin.
Ya les mandé el capitulo 19 a algunas chicas (3) que me mandaron un mail. La que sea que me pida (incluyendo Sol), se lo mando. Ningun problema.
Bueno. VISITEN EL OTRO BLOG, POR FAVOOOR!
Besos, chau.

sábado, 2 de octubre de 2010

No moree!

No da para más. Yo no voy a seguir subiendo más capitulos, la que quiera seguir leyéndolos, mándeme un mail a aboutmyseelf@hotmail.com y les mando el resto por mail.
Pero yo no voy a suibr mas, porque hay algunas personas, que cuando les decís que no querés que se enteren de algo, lo buscan igual, y te desafían y después ni siquiera te responden. Bueno, no me pareció justo cerrarlo sin decirles nada, asi que... perdón.
Y ya se que sigue siendo injusto, pero tengo amigos tontos que no saben lo que hacen. Yo les dije que no quería que lean easto y sin embargo, lo buscaron. Y tengo perfectamente claro que puede ser una infantilidad de mi parte, pero yo no quería que lo vean y lo hicieron igual.
Idiota.
Perdón por hacerlas pasar por esto, perdón, perdón, perdón. Mil perdones.
Besos, chau.

viernes, 1 de octubre de 2010

Capitulo 18. Dolorosos Recuerdos.

Adoro este capitulo, girls. Espero que les guste, besoos!

Capitulo 18
Dolorosos recuerdos.
- ¿Amor? -pregunté dolida, celosa y molesta-
- Mmm… sí. Soy su novia -sonrió amistosa-. ¿Amor no nos vas a presentar? -preguntó-
- Claro… sí… Barbie, mi novia, Elizabeth, mi amiga -me miró como pidiendo disculpas- Liz… puedo explicarlo…
- Solo… -apreté los puños- no me hables ¿Sí? -lo interrumpí-
- No -intenté irme, pero me tomó del brazo-.
- ¡Basta! ¡Soltame!
- ¿Alguien podría decirme que pasó, por favor? -preguntó la chica, confundida-
- No. Nada, no pasó nada y nunca, escúchenme bien, nunca va a pasar nada-dije enojada-. Yo confiaba ciegamente en vos, Justin, pero me traicionaste -agregué suavemente, demostrándole todo el dolor que sentía por dentro-.
- No. ¡No te vayas! -me dijo cuando yo estaba a centímetros de la puerta-
- ¿Qué queres? -pregunté-
- Que me dejes explicarte…
- No tenes por qué explicarme nada, Justin. Nosotros no fuimos, ni somos, ni vamos a ser nada, así que no tenes nada que explicarme. Sos libre de hacer lo que quieras, yo ya entendí, a mi los chicos solo me quieren para jugar. Y eso que me había prometido darte una oportunidad, pero no, volví a caer en la misma trampa. Ganaste, ¿Te pone feliz? -le dije mientras las lagrimas empapaban mi rostro- Le rompiste el corazón a una chica que te… ¿Sabes qué? Olvidalo, olvidame. Sé feliz con ella, solo o con cualquier otra chica y ¡OL-VI-DA-ME!
Corrí y corrí en ninguna dirección. Yo no necesitaba explicaciones, él las necesitaba.
¿Por qué me había puesto así?
¿Qué me estaba pasando?
¿Eran celos o desilusión?
¿O las dos cosas?
Me estaba derrumbando, eso era seguro. No podía respirar, sentía un vacío en el corazón y mi alma estaba destrozada.
Recordé palabra por palabra cada una de las cosas dulces y tiernas que me había dicho…
“Te quiero”, había dicho, pero yo no pude responderle. “Conocerte fue una de las mejores cosas que me pasó en la vida. Sos genial, linda”, otra vez esas hermosas palabras tan reales y tan falsas al mismo tiempo. Todo confundía. Esos ojos que brillaban cada vez que me hablaban, pero no. ¡Demasiado hermoso para ser real!
También había dicho que cuando esté con él nunca nadie me haría daño, pero, al parecer, no era cierto.
Volví a la plaza en la que habíamos quedado en encontrarnos antes… ANTES.
Me senté en uno de los bancos.
Sentí pasos detrás de mí, pronto, una mano se apoyó en mi hombro.

Capitulo 19, adelanto.

- Justin -dije dándome vuelta para verlo a los ojos-, te confié mi vida. Te dije cosas que nunca le había dicho a nadie más. Y… ¡lo peor de todo es que no sé por qué me pongo así!
- Te coqueteé y te traicioné. Bueno, en realidad, nunca fuimos nada, pero… -hizo una pausa y bajó la cabeza tristemente- yo sentí una conexión cuando nuestras miradas se cruzaban.
- Pero no era nada.

- Que… que lindo -dije amargamente, con el nudo en la garganta, que no me dejaba hablar mucho-.
- En serio, lo siento.
- No. Ya está, no te preocupes. En realidad, vos fuiste solo un juego para mi, nunca te tomé muy en serio, ni a vos, ni a nuestra relación -dije, ignorando el dolor de la mirada del chico-.