viernes, 8 de octubre de 2010

Capitulo 22. Vivir y no pensar.

Perdón por mi pobre definición de "el primer beso" es difícil describir algo que nunca sentiste.

Capitulo 22
Vivir y no pensar.

- Sí, a veces el amor te cambia. Pero muy bien no lo sé: yo nunca me enamoré -dije, recalcando las últimas palabras, algo cortante-.
- Yo tampoco -dijo, dirigiéndome aun la misma mirada profunda, como si intentara saber que estaba pensando, pero cortante, como yo-. Pero…
- Mmm… Así que… -dije, solo por el hecho de que no quería que termine lo que estaba por decir- ¿Tus papás están bien? -pregunté no solo por interrumpir, también por interés-
- Sí. Estoy muy feliz. En realidad… no es tan así como que están bien, pero mejor que antes -dijo todavía mirándome, pero de otra forma, lo cuál me alivió-.
Pareció olvidarse de lo que estaba por decir y continuó con su explicación.
- Ahora mamá es más feliz, así que yo también. Por ella. Además -continuó-, yo también estaba un tanto enojado con papá, digo, porque él no abandonó solo a mamá, también a mi. Bueno, a mi de bebé, pero a mi. Siento como que… -bajó la cabeza, triste- no me quería.
- ¡Oh, Justin! -dije, apenada, por verlo así de deprimido- Hay que ver como era todo. Lo que él sentía y eso. Seguro que estaba asustado, tener un hijo a los 16 años no debe ser una tarea sencilla. No creo que tenga nada que ver con vos o con tu mamá, seguro que él los amaba, pero… no sé, como dije, estaba asustado, intimidado.
- Sí, tal vez -dijo, forzando una sonrisa y levantando la cabeza para verme a los ojos-. Igual lo importante ahora es que ella volvió a estar bien y seguro que él también está mejor, ¿no?
- Eso sí. Es verdad. Pero hablemos de otra cosa. Desde que te conocí tengo una duda -sonrió con picardía-
- A ver, decime y veo si te la puedo responder.
- Mmm… quiero que me cuentes sobre tu primer beso -sonrió-.
Ouch. Ese no era justamente un tema fácil.
- Claro. Mmm… nunca besé a nadie -arqueó una ceja-. Lo juro. Y la verdad, creo que no es algo que me ponga orgullosa -para mi sorpresa, no me puse colorada-.
- O sea que… nunca te dieron ni un beso.
- Exacto -dije, sintiéndome por un minuto una estúpida total que con dieciséis años no había dado su primer beso-.
Al ver mi cara de… vergüenza, cambió de tema rápidamente.
- Bueno… ¡llegamos! -recién entonces fue que me fijé hasta donde habíamos caminado-.
Estábamos en una playa, era realmente… hermosa. Habían unas palmeras, la arena era completamente blanca y suave y el mar, azul como nunca, nos miraba desde la costa. Todo parecía perfecto. Hasta el chico.
- Es…
- ¿Hermoso? -terminó él-
- Sí, también. Pero iba a decir impresionante. ¿Dónde estamos? Nunca había visto esta playa antes…
- Ah. Es que no está muy cerca… Pero caminando y charlando ni nos dimos cuenta.
- Sí -reí-. Es cierto.
- Me duelen las piernas -se quejó-, ¿vamos a sentarnos allá, en la arena? -propuso-
Acepté.
- Ahora sí. Por mucho que te incomode necesito que me expliques como es eso de que nunca te diste un beso con nadie -sonrió-.
- Es que… no quiero que pienses que soy cursi, o romántica o lo que sea… pero nunca encontré al chico “indicado”. Nunca llegué a enamorarme tanto como para besarlo. Es solo eso, nada más.
- ¿O sea que… estas esperando que aparezca alguien especial que lo… merezca? -preguntó, como sorprendido-
- Sí, eso mismo -respondí y reí- ¿Por qué te sorprende tanto?
- No, no me sorprende… Bueno, un poco… Es que… No sé… Sorprende que una chica de 16 años no se haya dado el primer beso nunca porque no quiso…
- ¡Nunca dije que yo no quise! -lo interrumpí- Sí quiero. Pero no hay nadie por ahora que me haya convencido del todo como para ir y robarle un beso.
- Ah. Entiendo. ¿Nadie? -preguntó seductor y… en broma, creo…-
- Nadie -respondí-.
Él se fue acercando a mi lentamente, ¿en… broma?
Cuando me di cuenta, nuestros labios se habían unido en lo que, para mi, fue el primer beso.
Traté de sentir y no pensar. Traté de vivir el momento como se merecía ser vivido. Y sí que se merecía ser vivido. Lo que sentí fue… mágico. Fue algo que no se puede explicar con palabras. Algo nos unió. Algo hizo que yo no lo tiré para atrás cuando se acercó como lo hubiera hecho con cualquier otro chico. Algo hizo también, que él se acerqué. ¿Yo le gustaba en serio o era todo una simple actuación para después besarme y tocarme? No lo sabía y, preguntar, no era opción… Por el momento, lo mejor que podía hacer (muy contra mi voluntad) era alejarme y seguir como estábamos, solamente amigos, hasta que alguien diera el primer paso.
Poco a poco me fui corriendo (sin ni un poquito de ganas) hasta que por fin pude despegar mis labios completamente de los suyos.
- Perdón -murmuró-. Me desubiqué. Soy un tarado.
- No, Justin, esta bien.
- No. ¡No esta bien! Te obligué a besarme.
- ¿Me obligaste? Te aseguro que si yo no hubiera querido me hubiera alejado, Just, no te preocupes.
- Sí, pero… sabiendo que era tu primer beso me acerqué. Perdón. Fue un impulso. Te vi ahí y me dieron ganas -dijo sonriendo y sonrojándose-.
- Y yo… tampoco pude resistirme -sonreí y me sonrojé, al igual que él-.
- Entonces… ¿Está mal que pregunte si te gustó? -preguntó-
- Sí -le respondí mientras ambos reíamos-, está mal.
- Por suerte yo soy un chico malo que hace cosas que están mal, así que… ¿Te gustó o no?
- Sí, me gustó, digo… fue algo nuevo. Algo que nunca había sentido. Algo… ¿mágico? -dije-
- Sí, yo me sentí igual.
- ¿Vos tampoco te habías besado nunca antes con nadie? -pregunté sorprendida-
- No, yo sí había dado mi primer beso, es que… nunca nadie me había hecho sentir con un solo beso lo que me hiciste sentir vos.
No pude evitar derretirme antes ese comentario. Y, en vez de decir algo estúpido frente a semejante declaración, decidí quedarme callada y simplemente sonreír.
Tampoco pude evitar reír al darme cuenta de que el chico al que acababa de besar con tantas ganas, era el mismo al que había evitado tocarle la mano por vergüenza.
- ¿Vamos a la orilla? -preguntó son una sonrisa a la que no podía resistirme-
- Me encantaría -dije devolviéndole la sonrisa-
Corrimos a la orilla y una de sus ojotas voló por los aires. Él solo rió y siguió corriendo, mientras se sacaba la otra ojota y la tiraba. Lo imité. Llegamos a la orilla.
- Que lindo que es el mar, ¿no? -le dije, mirándolo como esperando que me diga de entrar-
- ¡Sí! Me muero por meterme -me miró mordiéndose el labio-.
- ¡Yo también! ¿Qué estamos esperando? -pregunté-
- Nada. Yo pensé que no ibas a querer, porque… ya sabes… no tenes malla, y se te va a arruinar toda la ropa, y el maquillaje…
- ¿Ropa? Ah, estas porquerías que llevo puestas -le sonreí-. Pero… ¿Maquillaje? No me maquillé.
- Ah, pareciera que sí. Digo, por los labios así rojos, las pestañas largas y negras, la piel sin ninguna imperfección, bueno… y eso.
- Ah, que sé yo, mis pestañas son así, mis labios y mi piel también.
Él rió ante mi cara de confusión y me tiró del brazo con un nene caprichoso.
- Vamos al mar…
Me dio la mano, provocando que me sonroje más aun y corrimos (todavía de la mano) hacia el mar.
Entramos corriendo al mar y sentí como el agua fría mojaba mis pies. Amaba esa sensación, me hacía acordar a mi papá, a los viejos tiempos en los que ellos se llevaban bien y todo parecía perfecto. Porque sí, hubo una época en la que sí se amaban y salíamos los cinco juntos de viaje, de campamento o tal vez solo a pasear, pero siempre la pasábamos súper bien. Hacía que lo recuerde porque yo tenía una relación estupenda con él y, cada vez que podíamos, nos escapábamos juntos y veníamos a la playa. Hace unos años (cuando mis papás empezaron a llevarse mal, en realidad), dejé de venir a la playa y dejé de meterme en el mar, porque lo único que me traía eran este tipo de recuerdos que, sinceramente, hubiera preferido olvidar. Pero todos cometemos errores y, abandonar el agua, fue uno de los míos.

Capitulo 23, adelanto.

- Algo así -rió-. Mi parte preferida de mi trabajo es distraer a las chicas lindas -me guiñó un ojo-. Pero, ahora en serio… él estará bien.
- Eso espero -miré a Justin tristemente-.
- Sé que no es el mejor momento, pero… ¿me pasas tu celular? Me gustaría seguir en contacto con vos.
- ¿Sí?
- Sí.


¿Justin no quería verme? ¿Habría sido por soltarle la mano? ¿Por qué estaba realmente mareado y no quería recibir visitas? ¿Por qué? ¿Por qué? ¡¿Por qué?!
Toqué la puerta.
- Pase, Dr. -dijo Justin-
- No soy el doctor -dije, empujando la puerta y quedándome parada a unos metros de la cama-.
- Le dije que no te deje pasar -dijo mirando para otro lado-.

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