miércoles, 3 de noviembre de 2010

Capitulo 32. Jane.

Capitulo 32
Jane.
Era linda, si no, hermosa. Era esbelta y… albina. Su piel no era “clara”, era totalmente blanca, parecía incluso transparente. Su ojos no eran azul-plateados, eran totalmente plateados, muy claros. Y su pelo… no era simplemente rubio, era medio dorado, medio blanco. Pero… era hermosa. Tal vez sea egoísta, pero saber que yo no era la única con defectos, la única de la que se burlaban, me hizo sentir mejor.
Y sonreí, sonreí con todas mis fuerzas, mostrando mi sonrisa más linda y grande.
Aunque no me gustaba admitirlo, tal vez si sería capaz de llevarme bien con Jane. Tal vez teníamos más cosas en común de las que jamás hubiera podido imaginarme.
Pasamos un rato conversando entre todos, pero después, ella me tiró del brazo y nos alejamos un poco.
- Así que… sos la novia de Jeydon… -no era una pregunta-
- Sí -afirmé-.
- No te das una idea de cuanto me alegro.
- ¿Por qué? -pregunté, algo sorprendida-
- Es que… supongo que Jey te contó… bueno, yo y Jack somos novios y a veces, salir con él se vuelve algo incómodo. Porque… besar a Jack delante de Jeydon… o hacer cosas de novios, se vuelve difícil cuando tu mejor amigo está sentado en la otra punta del banco escuchando aburrido sin poder hacer nada. Él dice que está bien, pero nosotros sabemos que se aburre mucho. Así que ahora… podremos salir en grupo, o de a dos, sin sentirnos culpables.
- Cierto, va a estar lindo.
Ella asintió con la cabeza.
- Sin dudas -su sonrisa se amplió más todavía-. Y… gracias.
- ¿Por lo de Jey? ¡No me tenes que dar las gracias! Yo…
- No es por eso -me interrumpió-.
- ¿Entonces…?
- Por no quedarte viéndome con cara de… disgusto (o algo por el estilo), por no cargarme. Yo sé que llamo la atención. Sé que no soy… normal.
- ¡¿Qué no sos normal?! Lo anormal en vos es tu belleza…
- Sí sabes de lo que hablo, ¿no?
- Creo que sí… pero “anormal”, no me parece la palabra indicada. Sos albina. Tu piel es pálida, tu pelo rubio, casi blanco, y tus ojos plateados. Pero no entiendo qué es lo que le ves a eso de malo. Sos hermosa, Jane, muy hermosa. Tus rasgos son preciosos y no sabes lo que daría por ser, o por lo menos parecerme a vos.
- ¿Querrías parecerte a… mi? ¿Estas loca? ¿Por qué alguien querría ser como yo?
- Ya te lo dije, sos hermosa.
- Pero… ¡mirate! Vos sos la que es hermosa, la que, al final, me hace terminar fea, la que me opaca.
- ¿Qué es, exactamente, lo que te gusta de mi? ¡No tengo nada especialmente lindo o llamativo!
- Sí, es todo lindo y llamativo. Tu pelo color chocolate, tus ojos medio verdes, medio marrones, tu sonrisa, tu figura. No tenes nada que no sea, por lo menos, un poco envidiable. Es todo perfecto en vos.
- ¿En serio crees eso?
- Por supuesto.
- Bueno, yo creo exactamente lo mismo de vos.
Ella rió. Yo estaba… perpleja. No podía creerlo.
- Pero… vos sos como una especie del hada de las nieves, de las sacadas de un cuento de hadas, de las que son siempre buenas y dulces… -en mi mente, se vinieron imágenes de hadas, pálidas, rubias y de hermosos ojos claros. Vestidas con tapados blancos y abrigados, caminando sobre la nieve, con el viento despeinando sus cabellos. Con una varita mágica, con brillos alrededor, con magia. Ninguna era suficientemente hermosa como para no quedar opacada al lado de mi nueva amiga-
- ¿Y vos? ¿Nunca te pusiste a pensar en lo que serías vos? - preguntó ella y reflexioné.
- Eh… -tenía razón en eso- No, nunca.
- Vos sos… Vendrías a ser la campesina -por un minuto me molesté, tenía perfectamente claro como me veía, pero no necesitaba que me lo aclaren. Involuntariamente fruncí el ceño-. ¡No, no! Me malinterpretaste. No la campesina fea y despeinada, no la hermanastra de Cenicienta. Serías… eso mismo, serías Cenicienta. La campesina hermosa, que por supuesto no está ni enterada de su belleza particular, que conoce a su príncipe en el baile principal del castillo de sus sueños y se enamoran, y tienen hijos, y… -fantaseó, pero dejé de escucharla. Que conocía al príncipe de sus sueños, ella misma lo había dicho, era el príncipe, no los príncipes. No podía estar enamorada de dos chicos, pero sin embargo, lo estaba. Y a los dos los quería muchísimo. Claro que uno era mi novio, y el otro… pensar en eso me dolió. El otro no era nada, ni amigo, ni novio. No era mi príncipe. El otro no era nada para mi. Hasta entonces, no me había dado cuenta de cuanto lo extrañaba-
- Creo que… deberíamos ir volviendo.
- Sí, tenes razón. Pero antes… una pregunta.
- Decime -dije asombrada, ¿Qué tendría para preguntarme?-
- No te… caigo bien, ¿no?
Mis ojos se abrieron más de lo normal.
- No es así, sí me caes bien.
Me miró frunciendo el ceño.
- Pero… hay algo cuando me miras. No me ves como tu amiga, y cuando nos conocimos, no me mirabas con indiferencia, más bien con enojo, disgusto, odio…
- No, no.
- Elizabeth… no me mientas.
- Por favor, decime Liz, yo te considero mi amiga.
- Bueno, pero no me mientas, Liz.

Capitulo 33, adelanto.

- Además no sabes si ella se enojaría o no, si decidís no decirle.
- Yo creo que no -adivinó Jeydon-.
- Crees mal -dije, bastante molesta-.
Ellos giraron las cabezas para ver como Jane los miraba con cara de susto, y yo, algo enojada. Jack miró a Jeydon con cara de “oh, oh, te mandaste una cagada”.
Pero éste solo me miraba a mi. Vi las expresiones que cruzar por su cara: primero, sorpresa. Susto. Pánico. Más sorpresa. Algo de enojo. Tristeza. Y cara de “por favor, perdoname”.

- Por favor, perdoname. No fue mi intención lastimarte, o molestarte, o… lo que sea que haya hecho. De verdad. No pensé que fuera dolerte eso de esta forma.
- No, no estoy enojada, Jeydon -mi voz sonó hostil, pero yo no me sentía enojada ahora. Estaba neutra-.
- No necesito que me mientas.
- No estoy molesta, pero…

1 comentario: